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EL VASCO DURO

Comentaba Arturo Jauretche en uno de sus libros, los prejuicios que se creaban con respecto a las distintas nacionalidades se inmigrantes en nuestro país , y resaltaba la del vasco en el nor-oeste de la provincia de Buenos Aires, en su y mi lugar de origen. Se decía de ellos, que eran brutos, honrados y trabajadores. Yo tengo en mis ascendientes, dos abuelos y una abuela tanos y una vasca, Doña Eustaquia Vizcarreta. O sea que en el reparto, algo de ellos debo tener, pero quién soy yo para juzgarme ?...Aparte mi intervención en esta historia es solamente sacarla de mi memoria y convertirla en un relato y a eso voy. Había en mi pueblo una considerable cantidad de vascos, los Izaguirre, Aguerre, Gerrero, Arriague… todos chocareros tamberos. Pero los más populares, sin duda alguna, eran los hermanos, el Vasco Duro y el Vasco Blando. Seguro que tenían apellido, pero el alias se los había borrado. Del Blando no me acuerdo, pero tengo un nítido recuerdo del Duro. Lo miro desde mi infancia y veo una imponente figura musculosa ya entrada en años, acodada al mostrador del almacén de Madrid, con bombachas paisanas, sostenidas con una faja negra, boina y la vitalicia camisera de frisa, “lo que quita el frío quita el calor, si,si…” justificaba. Siempre frente a un vaso de vino tinto que le iba tiñendo la cara. Nunca lo vi borracho, o tal vez sí, pero su inmovilidad no lo delataba. Me caía realmente simpático, cuando iba al almacén, al pasar a su lado, me tocaba la cabeza, y decía con una voz chillona que no armonizaba con su figura inmensa: .- .-“Pedrooo, dale unos caramelosh al chiquillooo, si, si…”. Era de pocas palabras, los chicos del pueblo lo remedábamos con su voz de pito, pero lo respetábamos y lo queríamos.
Contaban los mayores que su apodo, su afición por la bebida y su voz, tenían un mismo origen. El quilombo de Cucci, que frecuentaba en sus años mozos y donde era campeón de una justa viril que daba un prestigio casi olímpico,” La cinchada vasca”. La misma consistía en atarse una sábana a los testículos y cinchar hasta que alguno se rendía, con lo que nunca pasaba a mayores. Pero él no era hombre de aflojar:
.- “De qué sirven los huevos sin honor?...Vasco Duro, si, si”…Dicen que fueron sus últimas palabras con voz grave.
Neco perata

Texto agregado el 29-11-2013, y leído por 291 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
16-12-2013 Eunuco, pero vasco duro y porfiado el hombre. Un relato muy bien llevado con un final imposible de sospechar. Te felicito hgiordan
09-12-2013 UN RELATO COSTUMBRISTA DONDE DEJAS PARTE DE UN PUEBLO COMO OTROS TANTOS CON HOMBRES TOZUDOS POR EL TRABAJO, CRECIDOS EN LA HONRADEZ Y EL HONOR A LA PALABRA, TU VASCO DURO DEJO SU NOMBRE EN MI MEMORIA Y TANTOS OTROS COMO ÈL, UN ABRAZO AMIGO rolandofa
08-12-2013 Estamos hechos de recuerdos... felipeargenti
05-12-2013 Prácticamente un castrato, lastima que su aspecto no le ayude gran cosa para dedicarse al bel canto. Me ha encantado tu relato, buena gente los vascos, brutos y recios pero muy honrados. elisatab
29-11-2013 Que bien Nec, lindo homenaje al hermano vasco. Cinco aullidos felices. P.D. que bárbaros con eso de... cinchar... ayyyy yar
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