Miley and Justin, ejemplarizantes
¿Qué vaina les habrá picado a estos carajitos? Tan bien que pintaban cada uno con sus talentos musicales, bueno, ahí, ayudaditos y todos, pero más que bien, llegan a una gran audiencia que les siguen tanto en el plano virtual como en lo físico.
Este par de muchachos, solo por nombrarlos a ellos _cada vez son más muchachos aportando menos pero muy mediáticos- tienen un punto de arranque muy peculiar, teniendo en común que le han asestado el palo a la lámpara, dado el momento de la historia que le ha tocado vivir. De la noche a la mañana saltan del anonimato a “estrellato”. Una vez allí al parecer se empalagan con las mieles de la farándula, se vuelven adictos a las miradas constantes, a la admiración eterna y al aplauso vigoroso y continuado del público, pero como todo vicio, cada día quieren mas y mas compensación del publico por sus gracias, hasta que llegan al punto de pasar la línea de la gracia a la morisqueta. Por un lado, la linda e inocente Miley, va mostrando todo lo que pueda de su aún menudo y pálido cuerpo, y a la cuenta de 1 2 3 ha mostrado hasta un poco más de lo que nadie quiere ver, escenificando actos que por estos lados llamaríamos reñidos con la moral y las buenas costumbre. Un día la niña fuma monte, otro; se menea cual cabaretera trasnochada ante miles de espectadores y luego, en un gesto de desespero por cultivar las venias de quien le “admira” pone sus teticas al viento sin más ni más.
Por otro lado está el joven Justin, quien no le envidia en nada las ocurrencias a la Miley, sino que crea las propias, buscando quitarle a la otra el premio al primer lugar del desatino. Este “artista” cuando no está vomitando -literalmente hablando- a su público, lo hace en la esfera virtual, ofendiendo tan solo al tratar de escribir o comunicar algo. Hasta con la boca cerrada, pone la torta sublime. Un día le posa a una desnudista Brasilera, otro día le da por pisotear la Bandera de la República Argentina o a veces le aflora su pasión por la aventura y se lanza al vacio de un acantilado.
La verdad no les veo mucho futuro a este par, ojala lo cosechado hasta ahora les alcance para por lo menos llegar a adultos. Quizá con la madurez enderecen un poco sus actos, aunque árbol que nace torcido, nunca su rama endereza. Ojala sea la edad y no una curva eterna de sus incipientes tallos, lo que hayan forjado en sus destinos.
Ambos casos son solo uno de tantos de muchachos ejemplarizantes de aquello que dicen en el llano venezolano: Muchacho no es gente grande.
@FranchoSuarez
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