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Cierre los ojos, respire profundo y piense en su primer contacto con la muerte. Aquella ave tiesa tirada en la banqueta, con los ojos obnubilados y opacos y una pequeña mancha de sangre coagulada junto al cadáver que ya no volará más. Piense en su niñez y en aquella lupa vieja que utilizaba para achicharrar hormigas, una, cinco, diez, mírese aplastar varias de una pisada, o jugar con ellas con sus dedos infantiles, véase a usted mismo examinándolas, estudiando sus diminutas tenazas y sus pequeños pero prominentes ojos para luego cerrar la pinza de sus dedos, y entonces la hormiga ya no es más una hormiga sino una serie de puntos difuminados entre los surcos de sus huellas digitales, quizás alcance usted a distinguir entre aquel collage proteico, los trozos de una antena o un abdomen. cercenado.

Ahora recuerde el primer funeral al que asistió, la ropa de los presentes, su expresión en el rostro, el ruido del dolor expresado en llanto de notas menores, la broma que de repente rompe las tensiones y dibuja sonrisas entre los que estaban de pie frente a un féretro abierto cuyo contenido les resultaba familiar; el abuelo, el tío, el hermano ex soldado, la sobrina doctora, un desconocido que de repente se volvía protagonista de todas las historias, alguien con futuro, alguien talentoso, un desastre, y el “al menos hizo lo que quiso”, o el “era una puta”, se enunciaban con modulaciones distintas, a veces en forma de epopeya, otras como un secreto de mujer.

Quizá todas estas imágenes también despierten en usted otras sensaciones, Ninguna muerte es la misma, el impacto que tendrá cada una de estas en nosotros es desconocido, tal vez previsible en muchos casos, indiferencia ante las hormigas, ante el cadáver de un ave de la calle, un hondo pesar al ver a nuestra madre tendida en una caja de madera… rabia, desesperanza, soledad, una opresión en el plexo solar, nauseas, unas inmensas ganas de llorar o quizá todo lo contrario. La cuestión es, que con tantas remembranzas uno siempre termina transportándose por asociación mental, al interior de ese féretro, imaginándose la expresión de nuestras caras con la boca entreabierta y una palidez casi bella, de manera que durante cada velorio, entierro o plática relacionada con la muerte, de alguna forma estamos asistiendo a la vez, a nuestro propio deceso.

Pareciera que dentro del ciclo de vida del hombre olvidan un eslabón importante: matar. Naces, creces, te reproduces, mueres y dentro de cualquier etapa puede usted insertar el eslabón faltante (si, se puede morir matando), la humanidad carga a sus espaldas creación y destrucción, tragedias, accidentes, genocidios, ¿puede un ser humano pasar por este mundo sin destruir algo? o ¿Sin dejar algún tipo de huella? Lo dudo, hasta los bebés que nacen muertos destruyen ilusiones.

Cada vida es una muerte, y desde una cosmovisión científica nuestro planeta alberga todas las muertes del universo, es un catalogo impresionante, muertes por terremotos, inundaciones, explosiones volcánicas, incendios, envenenamientos, asesinatos, muertes por nuestros depredadores naturales, muertes por amor, muertes por ignorancia, por nuestra propia mano y… en cada muerte no se muere uno del todo, sino solo se transforma.

La muerte es necesaria para el mantenimiento y el equilibrio de los ecosistemas, desde niveles moleculares a niveles cósmicos. En la escuela de medicina aprendí que la vida esta mas viva si hay caos, nuestro cuerpo obtiene energía del continuo desdoblamiento y reordenamiento de moléculas especificas, aplicando el mismo concepto, la muerte violenta de las estrellas condiciona ambientes propicios para la formación de nuevos planetas, planetas que quizá alberguen nacimientos (violentos igualmente) de seres tal vez pensantes, que al morir se integrarán al loop infinito que acabamos de describir.

Ante esta idea también vienen a la mente posturas filosóficas, una por cada cerebro pensante, me llama la atención la teoría del eterno retorno, que en resumidas cuentas nos dice que estamos condenados a vivir eternamente nuestras vidas una y otra vez sin que estas sufran cambio alguno, lo que nos invita a vivir lo mejor que podamos, sin ataduras ni restricciones morales.

Entonces nos vamos, nos extinguimos en una completa soledad, nos ponen monedas sobre los ojos o jade bajo la lengua y si tenemos suerte quedará nuestro recuerdo, un legado, un yo para la posteridad. Este asunto siempre ha sido un tema de gran inquietud para todos los seres humanos, desde artistas, pasando por científicos y barrenderos, todos y cada uno de ellos se han preguntado cómo se les recordará, y todos a su vez responden con algo, reproduciéndose, conquistando, hasta descubriendo curas de enfermedades, tambien creando belleza, arte, plantando árboles, mejorando su entorno, ayudando. Pero la cosa es que ante semejante pregunta no hay respuesta correcta, todas las huellas serán efímeras, la trascendencia será pequeña, en otros 2000 años ¿quien seguirá recordando a Joyce o a Bretón? ¿quien se acordará de Alexander Fleming? Y sí el olvido no ocurre en 2000 años agréguensele otros mil, la inmortalidad es una cosa imposible ¿quién se acuerda del inventor del primer jeroglífico? ¿O del que tomó por primera vez una antorcha?

¿Quien evitará que muramos? Llegamos al punto de discutir el papel del médico frente a la muerte.
Mi rol como estudiante de medicina más que alegrarme suscito en mi dolores de cabeza desde el primer día que porte una bata blanca con el símbolo de mi escuela de medicina, y no porque no me sintiera capaz de tener un buen desempeño, sino por que pronto comprendí que los médicos son héroes absurdos, pues prolongan lo inevitable, son Sísifos modernos.

Según Homero, el gran cronista de la literatura griega (¿o deberíamos llamarla mitología?) Sísifo fue durante algún tiempo el mortal más astuto sobre la tierra (y bajo los mares) tanto que durante una ocasión, mediando líos de faldas entre mortales y dioses se gano la antipatía de Júpiter, quien mando a tanatos (representación de la muerte) a recoger el alma de Sísifo, pero este, de alguna manera logro encadenar a tanatos y por lo tanto, engañar a la muerte. Fue el mundo entonces pleno y feliz, la gente vivía sin las preocupaciones de la muerte, hasta que por mediación de Hades (encargado del inframundo) tanatos fue liberado y la primera persona que murió fue Sísifo. El ingenio de Sísifo le permitió vencer a la muerte una vez más, con el pretexto de que su familia no había realizado los rituales mortuorios adecuados (artimaña que el mismo planeo, pidiendo a su esposa tirarlo en una plaza pública) convence a Hades de dejarlo regresar para castigar a su familia, petición que es concedida, y por un momento Sísifo si estuvo enojado y planeaba hacer lo que le dijo que iba a hacer a hades, pero al ver la magnificencia del mundo y al ver recuperado su cuerpo, no regreso al inframundo. Entonces siguió viviendo hasta que su cuerpo se hizo viejo y ya no pudo vivir más.
De vuelta al inframundo Sísifo fue condenado a arrastrar un peñasco hasta lo alto de una montaña, este encargo dado por los dioses más que un castigo era una forma para mantenerlo ocupado, y entonces Sísifo lograba llevar la enorme piedra a la cima de la montaña y al llegar ahí la roca caía y tenía que volver a comenzar y así por toda la eternidad.

En este ultimo absurdo coloco al actuar medico, se alcanza una cima otorgada por los adelantos tecnológicos y científicos, una cúspide precedida por un inevitable fracaso, la muerte final.

Texto agregado el 28-11-2013, y leído por 245 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
29-11-2013 la muerte en si, como parte de la vida,crea un espacio para los que vendran, deja vacios a los que se quedan y es cierto, la muerte de un bebé destruye ilusiones porque es una visión de un futuro que ya no tendrá lugar, prolongación de uno mismo que se trunca. adelsur
29-11-2013 Interesante y bien escrito. Se presta para el debate entre lo lógico, lo metafísico, lo religioso, etc. En cuanto a la función efímera del médico, que bueno que exista, nos permite vivir con mejor calidad...5* adelsur
28-11-2013 Sería ideal llegar a esa cita con alguna convicción absoluta, ya sea cielo o gusanos, sin embargo como nuestro pensamiento es dinámico y flexible un día creemos en la metafísica del alma y otro en la actividad eléctrica del cerebro. Te mando muchos saludos. Legnais
28-11-2013 La muerte no es un problema, pienso que debe ser muy parecida al sueño, cuando soñamos un minuto parecieran que hubieran pasados horas. Hoy en día yo siento que al estar tan hiperconectados hemos hecho de la muerte algo que ya no nos sorprende, y mientras muestran los goles, en la línea de abajo del noticiario sale (50 niños y mujeres mueren en bombardeo en Libia) no moviéndonos un pelo. Legnais
28-11-2013 Me agradó leer tu disquisición, pero tengo la impresión de que tu razonamiento se queda a medio camino. Si como afirmas, el caos es generador de más vida, si hasta “la muerte violenta de las estrellas condiciona ambientes propicios para la formación de nuevos planetas”, entonces habrá que concluir que, a nivel personal, la debacle que constituye la muerte debe servir para generar una vida de mejor calidad. Aunque esa vida se desarrolle en otro plano y otra dimensión. ZEPOL
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