Se avecina el invierno con ínfulas y agresividad.
Mordaz, asecha para asaltar el tiempo con
indiferencia,
al resistirse la noche cálida de otoño, en intimidad,
para refrescar el aliento ardiente de la tierra con avenencia.
Debilita el sol durante el día, a las estrellas a temblar
por la noche,
las mariposas se les dificulta sorber el néctar
de las rosas,
el oso inverna, el entorno sonríe, feliz en derroche,
besa el mar calmado los arrecifes, baña sus playas
hermosas.
Los pájaros en bandadas gorjean, felices emigran
a sus cotarros,
el día, agazapado por el frío se viste de neblina,
las greñas del campo se cubren de blanca tela fina,
para mostrar su linda cara agreste, tejida en
despilfarro.
Gargantas de agua roja transparentan las cascadas
en su caída,
las montañas con su verdor debilucho se tiñen de rojo,
el poeta soñoliento se prepara esperando su venida,
en confidencia plasma el mejor verso, con optimismo
y con enojo.
JOSE NICANOR DE LA ROSA.
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