Cuando les conté a los amigos del pueblo que en el colegio- en el que llevaba interno tres meses- teníamos paraninfo en lugar de preguntar y saber se hicieron lo remolón y me encasquetaron a mí aquel epíteto.
Pero lo que uno quiere contar está relacionado sólo tangencialmente con lo anterior. Me refiero al día en que en el internado- un domingo- nos pusieron en el referido paraninfo "el mago de Oz". Caló en nuestras mentes infantiles el mensaje de leones sin valor y hombres sin inteligencia y la búsqueda que es la vida de nuestra complementación. Y en lugar de despiporrarnos de la risa comentábamos el referido film como algo que se nos ofertaba para nuestra educación. Siempre me ha llamado aquel hecho la atención. Gente más juiciosa que uno trataba de encontrar en la película un mensaje cuando yo en lo único que me había fijado era en las pantorrillas de la chica y sus rojos zapatos de tacón. Aquella especie de iniciación erótico- itinerante con mensaje subliminal culminaba con la llegada a Oz donde el mago también era un individuo con limitaciones parapetado tras aquella parafernalia de cartón piedra que le confería la fama motivo de aquel viaje como una especie de peregrinación. En el fondo el leit motiv de toda religión. La promesa de una solución mágica a nuestros problemas. La vida era eso; eso y no ser tan pánfilo-paranínfico de dar motivos de leit.