DUELO CRIOLLO

Un cuento casi borgiano.



La esquina solitaria volcaba recuerdos bajo el cono de sombras del viejo farol a gas que sobrevivía casi pendiendo de un hilo a pesar de las pesadas piedras que le llegaban desde las manos de los gorriones del bario disfrazados de humanos pequeños.

El amor escondido en un oscuro zaguán murmuraba mentiras al oído infiel mientras bebía ansioso del cuenco del deseo. Pero no estaba solo, el odio que despiertan los celos viajaba enancado en un corcel lleno de furia y sólo sentía en su rostro el viento agreste de la venganza.

Dos gritos de sorpresa preludian el encuentro y el arma se envaina en la ingrata que olvidó las promesas hechas al calor de otro amor.

Mientras una sombra se desmorona en la soledad del final, otras dos se enfrentan bajo la indiferente luz del farol, el lento ballet de cuchillos se despliega en el silencio nocturno y el farol acompaña las fintas con ligeros relumbrones en el acero.

Un viaje del que ninguno volverá y la sangre manchará la vereda mezclando tanta bravura vacía, tanto honor defendido hasta hundirse en el barro de la eternidad que ya nadie recuerda.

Al volver la calma, la desvaída luna mira casi sin asombro una escena cotidiana y el farol recuerda que bajo su luz se ganaron y perdieron muchas vidas.

Tambien en esa noche remedando una tragedia de Shakespeare, han muerto todos, aun la propia audiencia.

Quedando solamente el reverberar del silbido lejano que acompaña y envuelve a otro solitario taura que deja su impronta en el tejido eterno de las pasiones humanas.