-¡Doctor! ¡Doctor! –Dice la señora a su médico de cabecera –Las pastillas que me indicó para relajarme y evitar el insomnio me han creado un desorden. Cuando las tomo me siento tensa, siento un deseo raro en mi cuerpo, se me alborota la sangre, agolpándose en mis venas.
El doctor mira a la señora con preocupación. Pica un ojo, producto de un tic nervioso que no había podido evitar a lo largo de su dilatada carrera como médico, luego con voz atiplada pregunta a la señora.
-¿Trajo con usted el medicamento que le indiqué?
-Sí ¡Doctor! –Respondió la señora. Sacó del bolso la caja con las pastillas recetadas por el terapeuta, pasándosela.
El galeno con la caja del medicamento en la mano, dijo alarmado.
-¡Estas pastillas son las que le indiqué a su esposo!
La señora muy alterada gritó alarmada.
-¡Por eso es que él pasa toda la noche roncando!

JOSE NICANOR DE LA ROSA.