Su invisibilidad era tal que sólo repararon en él cuando se cayó. Se trataba de una invisibilidad de orden secundario; de las que tienen cura- diría un experto en la materia vitrial. Ya lo dijo Don Miguel en su Licenciado Vidriera por lo que no es novedad absoluta en la literatura. Sin embargo el caso presenta matices que lo hacen reseñable.
Se dirá.
Su presencia tenía algo de fantasmagórica, en el sentido de que todo el mundo reparaba en ella pero a un nivel subliminal. Era una especie de ángel, diría un poeta. Un loco sin arraigo, podría explicar un común mortal.
Aquel caminar etéreo de hombre místico no pasaba desapercibido pero nadie estaba dispuesto a prestar crédito a alguien tan inusual. Vivía en un estadio intermedio- el invisible- entre la existencia celestial y la terrena. Era tolerado por todo el mundo pero a nadie le preocupaba- salvo a él mismo- si estaba triste o alegre, si necesitaba comunicarse con los otros o no.
Cuando cayó a la zanja la gente reparó en su existencia. Al izarlo del agujero entre las costuras del chaquetón roto despuntaban unas alas.
Texto agregado el 25-11-2013, y leído por 168
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Lectores Opinan
25-11-2013
Hay ocasiones en que lo que esta en frente es tan invisible, que es necesaria la ruptura de lo contidiano para poder ser apreciado. atayo
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