Una a una y poco a poco todo se vuelve a llenar de verde, en esta época en que los árboles se visten con sus mejores prendas llenas de colores. Ahora que el sol ilumina con fuerza y una refrescante brisa llega a nosotros para ayudarnos a sobrellevar el calor, las nubes que esponjosas y blancas decoran el celeste tan vibrante e intenso del cielo logrando que todo sea más hermoso y llamativo.

¿Por qué entonces se siente todo tan solitario? Por qué todos van tan aprisa que no se toman el tiempo de alzar la vista al cielo por sobre los altos edificios que nos rodean, más allá de las torres de teléfono, más alto sólo para ver una nube pasar. Para sentirse cegado por un instante gracias al sol, ¿por qué no buscar una acera a la que se encuentre con sombra para caminar por ella en lugar de ir sofocado en el metro? Sí, en ocasiones incluso yo soy demasiado perezosa como para utilizar la escalera tradicional, pero eso no evita que me tome el tiempo para ver al cielo y sonreír con el pequeño pájaro que se encuentra en lo alto sobre el cableado telefónico cantando un par de notas que son apenas perceptibles gracias al estruendo de los vehículos que pasan en una constante competencia por quién hace sonar con más fuerza el claxon.

¿Cuándo fue la última vez que cerraron los ojos y simplemente sintieron el viento murmurar? ¿Cuándo fue la última vez que caminaron por la orilla del mar dejando que este se lleve sus preocupaciones? ¿Alguna vez han disfrutado de un placer tan sencillo como ese?