Intuición femenina
Sonó el teléfono, vibrando para asegurarse de ser escuchado. Interrumpió el ritmo candente de caricias y risas que compartíamos y se convirtió en una presencia enorme, una muralla china entre los dos, verde metalizada, con una leyenda luminosa anunciando a quién no quiere ser anunciado. Número oculto, llamada anónima, ruin que no quiere dar la cara, cobarde que se esconde en las intrigas.
Lo supe de inmediato, pero como siempre, preferí no escuchar el rumoroso chisme que me llega desde mi misma, quiero no saber, no creer que los mensajes me lleguen así. No es la primera vez y debería creerles cuando me avisan.
Los timbres también me han hablado antes, contándome estridentes quién está detrás de su alarido.
El vértigo y la incredulidad se trenzan en un abrazo cósmico envolviéndome. El cosquilleo gorgotea y sube por mi garganta mezclado con angustia, dolorosa cinta uniendo los oídos, presionándome cuello. El temblor se apodera de mis brazos y piernas. Temo caer.
El escepticismo suele vencer, a duras penas, debo confesarlo. De lo contrario la sensación no permanecería entre bastidores para martillarme un “te avisé...”.
La impotencia se corona reina y me consume.
El corazón puja por encontrar una salida en la cárcel de mi pecho, aleteando, empujado por el ulular de mis oídos. Una voz muda me gritaba no extender la mano, no facilitarte mi agonía. Sin saber cómo y a pesar de todo, te alcancé el insistente aparato.
Me doy cuenta por tus ojos, el tono de tu voz, que con dos timbrazos la distancia entre nosotros de ser ninguna, se volvió inconmensurable. Que ya nunca será igual. Cuando mi piel te importe más que una viajera voz áspera y nasal, en el momento en que me consideres, podrás derribar esa muralla, y construir con tus besos un puente hasta mí.
No digas nada, no me expliques, no podré escuchar tu voz atravesando mis alarmas. Suenan demasiado alto.
No necesitas decirme, sé quién llama. La próxima vez, sin titubear, atenderé la llamada. Seré breve, educada, con voz pausada y serena pero firme. Porque sé que serás débil, que aun sabiendo que podrías perderme jamás vas a ponerle los límites que necesita. Por eso lo haré yo.
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