La libertad se parece mucho a la serranía,
al suelo virgen jamás pisado por hombre alguno,
al olor de la cereza, al mango, floresta, a la risa
que en ti dormía,
cual canto melodioso del jilguero, barrancolí
de vuelo taciturno.
A la paloma mansa, blanca cual tus bustos,
que hace volar la fantasía en las sienes
de los hombres,
cuando el amor suelta el nudo que ata el deseo
enjuto,
solazando libremente el negro de tus ojos
sin nombre.
La libertad no vive donde dictaduras echan
raíces,
ni tampoco donde el hambre cercena
de los niños sus matices,
ni donde la gente camina sin rumbo, inseguros,
soñando con ideales muy altos,
ni adonde esas ideas coartadas mueren envueltas
en llanto.
La libertad no es una dama cualquiera,
es la más bella y viste siempre su mejor
traje en la noche,
camina, suspira, danza, sueña, idea el amor
sin reproche,
y se entrega por entero, con pasión a su hombre
donde quiera.
JOSE NICANOR DE LA ROSA.
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