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Inicio / Cuenteros Locales / aguilagris / La pila (1º en el Juego del Texto Imprevisto Diciembre 2013)

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La pila

Hace años que comencé a tener ligeros fallos de memoria, me encontraba por la calle con un viejo amigo o un pariente y tenía que llamarle tío o cielín, mientras no escuchaba ni una palabra de su conversación, mi materia gris daba vueltas como una peonza y mandaba letras inconexas a la punta de mi lengua, a la vez que me colocaba una sonrisa medio falsa, para disimular claro; entre ese esbozo y mi habitual comportamiento osado, nadie percibía mi amnesia para los nombres.

En otras ocasiones, viendo el fútbol con mi amigo Paco, me pasaba quince o veinte minutos mirando fijamente al televisor, sin enterarme de nada, pero buscando en mi vieja biblioteca el nombre de aquel jugador, sobre el que mi amigo me había preguntado.

Entonces le decía: Si hombre es ese que jugó en el Betis el año que ganamos la liga o la copa, bueno no se, creo que no ganamos nada; lo que te quería explicar es que fue internacional con Clemente (lo que no quiere decir nada, porque el tal Clemente era bueno jugando hasta que se lesionó de gravedad, pero como entrenador una nulidad) y después estuvo en el Barça cuatro años.

Nada, no había forma, yo podría recordar cientos de datos irrelevantes o no sobre ese jugador pero el nombre no; ese recuerdo estaba colocado en alguna estantería sin acceso al pasillo y fuera del ángulo de cámara de mis peones bibliotecarios.

Por fin, nada más salir Paco por la puerta, una extraña luz, creo que enviada por Lucifer o alguno de sus hermanos ángeles, inundaba totalmente mi antro y el nombre de Pichichi comenzó a ocupar mi boca hasta producirme arcadas; corrí veloz a la ventana, pero Paco ya había doblado la esquina; grité desaforadamente, con la utópica ilusión de que mi amigo me escuchara: ¡Pichichi! ¡Pichici!

Días después de aquella molesta situación, me tocaba cita con el doctor Rendueles y pensé contarle esto que me pasaba, y preguntarle si sería debido a algún efecto secundario de los remedios que me prescribía, mi malestar era tal que hasta le había escrito una oda al litio, con temor a perderlo para siempre.

Ya en la consulta le trasmití al doctor mi problema y lo incómodo que era estar en una reunión de mi asociación y tenerle que decir a Remedios que me hiciera una lista, con los nombres de todos, para no quedar como el culo (la verdad es que ella me dio dicha lista delante de todos, que de esa forma, supieron que tenía problemas para recordar sus nombres después de años de conocernos); o de encontrarme con mi prima y no saber los nombres de sus hijos o si los tenía siquiera.

El doctor, como siempre muy serio y circunspecto me dijo: No te preocupes, eso es cosa de la pila.

Como yo por aquel entonces tomaba litio para mis convulsiones, vi su respuesta bastante lógica; el divino elemento ya no conseguía hacer funcionar la máquina de mandar y tendría poca carga.

Había leido por Internet que a veces la sal, que era para mi más sagrada que una hostia, perdía su efecto y normalmente se cambiaba por otro anticonvulsivo con parecida eficacia.

¡Parecida eficacia!, tonterías, después de treinta años con Plenur; medio gordo pero sin las temidas oscilaciones, otra química nunca me haría el mismo efecto, y seguro que me dejaría dopado, como en la boda de Conchi o simplemente convertiría mi masa encefálica en un despoblado.

Mientras hacía estallar mis nudillos sin siquiera percibirlo, le espeté al doctor:

-¡No tendré que dejar el litio, verdad!
-No, ¿por que?
-Ah, como usted dice que es cosa de la pila.
-No Francisco, te digo que es cosa de la pila, de la pila de años que tienes.

Esto lo dijo sin la más mínima sonrisa, y añadió: Ya te he dicho que dejes de andar con el computador y te acuestes a tu hora.

Firmó mi receta y susurro al interfono: El siguiente por favor.

©Aguilagris

Texto agregado el 22-11-2013, y leído por 116 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
23-11-2013 es la crueldad de los años pero si estás hecho un p***************** si estás un pibe************ ìbe yosoyasi2
23-11-2013 CINCO ESTRELLAS CON PILAS INCORPORADAS PA QUE NUNCA SE TE APAGUEN. ZEPOL
23-11-2013 Los años embotan, pero para no llegar a viejo hay que morirse. Me gustó. Saludo de afecto. NINI
23-11-2013 Ahhh, me dio miedito hermano águila. ¿que iba a notar...?, ¡¡ah si!!, cinco aullidos... creo. yar
 
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