Ahora recuerdo, como lejana, la ruptura de un desierto. La indescible explosión de una rosa.
Brillantes perfumados con lejanos horizontes, como manos forasteras apresando mis pájaros.
Olvidaba que no hablamos sin mirarnos las alas, pero se extraña tu recorte, tu desigual crisantemo.
A veces hace frío, y hace miedo y hace tiempo. Lo sabemos.
Creo en los besos de arena que escondiste en mi pelo. Le rezo a los libros que leimos dormidos.
Tus palabras recortadas por el eco de una muerte. Quise encerrarte en mis pupilas, y me perdí mirando el cielo.
Aun recuerdo los gritos faltos de consuelo, tus manos agua fría, claroscuras. Oleo de mi cuerpo vuelto brisa.
Si pudiera pintarme algún día. Un desierto y mi sombra. Lleno de agua, de verde cielo, de azul tierra.