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Inicio / Cuenteros Locales / juanito_jonnson / A tale of two girls

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-Hace cuanto que no estas con una chica?
Eso preguntaste anoche después de que habíamos tenido una sesión de faje intenso, acabábamos de salir del bar y estábamos en tu auto, yo abrochando mi pantalón y tu bajando tu blusa mientras Lana del Rey sonaba en el estéreo. Estábamos a pocas cuadras del lugar y mis amigos esperaban a que regresaramos del viaje por cigarrillos.
-Creo que fue hace 2 años, casi había olvidado lo divertido que es esto.
-Es bastante divertido. Dijiste mientras mirabas mis tatuajes.
Las empañadas ventanas del auto nos cubrían del mundo exterior; tomaste mis pantaletas antes de que las pudiera guardar en mi bolso.
- Mi trofeo, dijiste mientras las guardabas en la guantera.
Encendimos un cigarrillo y apagamos la radio; salimos del auto de lleno al frío de la noche, el viento frio lastimaba mis hombros desnudos, te diste cuenta y los besaste; empezamos a caminar de vuelta al bar, deteniendonos en cada esquina para unir nuestros labios, sentir nuestros latidos, empujando nuestros cuerpos contra cada pared, ignorando las miradas de las personas que pasaban por la calle.
-Me siento como una adolescente. Dije mientras nos besabamos y reíamos.

Por fin regresamos, tu sentada a mi lado intercambiando miradas, hablando sin escucharnos; mis amigos seguían la fiesta sin percatarse o por lo menos sin mencionar el hecho de que hace cuestión de minutos habíamos unido nuestros cuerpos. Después de reír con ellos por un rato te pedí que me acompañarás al baño, tomaste mi mano y sonriendo malignamente te levantaste y así, manos entrelazadas pedimos la llave del baño y nos perdimos nuevamente... Los golpes en la puerta fueron lo único que logró controlarnos. Salimos del baño tomándonos de la manos, riendo, sin dar cuenta de las miradas acusadoras de las demás mujeres; tu olor estaba en mis manos, cerraba los ojos y evocaba lo sucedido hace unos instantes, sonriendo regresamos a nuestra mesa.
El bar había cerrado y te ofreciste para llevarme a mi casa, mis amigos se despidieron, subimos a tu auto y el viaje a mi casa pasó entre risas y canciones. Llegamos y recuerdo el difícil trabajo que fue encontrar las llaves mientras besabas mi cuello y tu mano jugaba en mi entrepierna, por fin entramos y a duras penas subimos las escaleras para llegar a mi cuarto, nuestra ropa no ofreci ninguna resistencia y tu piel blanca y suave se unió a la mía, todo lo que vi fueron tus labios, tus pechos y caderas, mientras torrencialemente nos reconociamos y sentíamos...
- Dios que hermosa eres. Digo mientras el sol que entra por la ventana ilumina tu cara.

Texto agregado el 22-11-2013, y leído por 115 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
11-02-2014 Vuelvo a decir que escribes muy bien!! adelsur
22-11-2013 uN ENCUENTRO AMOROSO Y SENSUAL,TRATADO CON NATURALIDAD Y SIN MALICIA COMO DEBE SER.un abrazo. gafer
22-11-2013 Me gustó esta narración, limpia y sin ningún atisbo de ironía. Carmen-Valdes
 
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