En el tibio aroma de la noche veraniega sobre un estrellado manto cubren el orbe de Jacinto. Titubeantes pasos teñidos de infortunios cotidianos son el emblema que él, le atañe a su vida. Su única y real virtud era la noche, aquella en la cual podía ocultar su desventurada vida. Se sentía una pared más de esas calles que poco a poco se convirtieron en su único hogar. El calor del nido que alguna vez le arrancaron de sus entrañas fue re-emplazado por la celentura viva de esas noches infernales en las cuales su deseo era no llegar a ver ese sol que paradójicamente, desnudaba su harapienta situación. Tanto anheló Jacinto encontrar su fin, que ¡ay! de aquello que deseamos, pues algún día lo podemos encontrar...una mañana de mayo a la mitad de una callejuela sin ley, Jacinto, a manos de otro, encontró su paz.
Texto agregado el 21-11-2013, y leído por 171
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Lectores Opinan
24-01-2015
pobre jacinto se quedó sin esperanzas y con sus sueños marchitos yosoyasi-
01-01-2014
Ese esun dicho muy conocido...
Que bien relatas en pocas palabras
Que bellas imagenes llenan tu poema.
Estrellas
Victoria 6236013