Las obras literarias son ciertamente composiciones que no deben salir a la primera. Cada línea tiene que ser un hit. Y tiene que estar relacionada con la que sigue. En ocasiones se nos ocurre algo bueno para un libro. Se nos ocurre una frase, o una situación, o un chiste. Pero el problema es acomodar esa cosa de manera que luzca casual. Debe ser parecido a una composición musical. De un repertorio grande de ideas quizás la mayoría quedarán fuera del libro. Además hay que improvisar para conectar las grandes. Las verdaderamente grandes. En torno de las cuales giran historias de universos enteros. A veces simplemente queremos decir algo, y puede ser algo muy cierto y muy simpático, pero si la situación no se presta sonará mal. Entonces tenemos que crear un mundo para decir eso. Por ejemplo, queremos decir que la gente busca cosas novedosas para publicar en facebook, pero esto de una manera inconsciente, tanto así que si les preguntas qué hacen, te dirán que escuchan música, cuando lo que están haciendo es buscar algo que impresione a los demás. También es importante pulir cada frase, para que el holgazán lector no se confunda, no se esfuerce, y simplemente disfrute. Para eso tenemos que ser muy cuidadosos. Cosas que suenan bien en lenguaje hablado, no significan nada en lenguaje escrito, para lo cual no tengo ningún ejemplo. Hay que tener cuidado en no sonar pedante, sobre todo en ensayos y escritos de carácter didáctico, no vaya ser que le caigamos mal al lector y nos vaya dejar por otro. En nuestros libros somos libres, podemos explayarnos, podemos hacer lo que queramos, pero no lo vamos a hacer. Lo que vamos a hacer es componer algo agradable para el lector. Algo que no resulte ofensivo, algo que lo haga sentir como un dios, eso es lo que vamos a hacer. Nosotros los escritores no existimos, ya que solo somos productos del placer del lector. Y esa es también nuestra satisfacción. Únicamente la satisfacción de brindar placer. Y sabemos que vamos a darlo desde el momento en que hacemos las cosas, desde que concebimos la idea, desde que trabajamos sin descansar hasta que todo quede perfecto, cada quien a nuestra manera, para presentar un producto capaz de provocar euforia a los lectores, que a su vez intentarán hacer lo mismo en un momento dado, para satisfacer sus egos y demostrarse que son capaces de provocar esas emociones en el lector, a pesar de los contratiempos. Algunas veces cometeremos errores infantiles y arruinaremos el producto por completo y se quedará así, observándonos, para que nos avergoncemos y aprendamos para la próxima. Y desecharemos toneladas de papel, desecharemos neuronas, en la búsqueda de algo que pueda agradar a la gente, algo que nos haga ver como genios, algo que nos justifique ante el mundo, algo que nos encumbre, porque es bien sabido que la gente ordinaria no soporta a los genios. Y tenemos que imponernos a la muchedumbre que en su estupidez nos ataca toda en conjunto sin reconocer la conspiración que surge día a día espontáneamente, en contra de la gente de valor. Pero tenemos para sobreponernos a eso aunque no somos dios, pero contando con su ayuda, siendo justos ante todo, las cosas empiezan a acomodarse, primero unos segundos al día y después más tiempo. De todo esto que escribí muchas cosas no sirven para nada. Algunas se contradicen con otras tal vez. Otras simplemente son basura infumable. Aquí es donde viene el trabajo, aquí es donde las piezas que no encajan se tiran o se ponen en otro lado, y al final no queda nada, o muy poco, y luego hay que descansa, porque mañana hay que seguirle, para que vaya tomando forma, como un edificio, pero más abstracto, sin otra regla que lo relativo de la belleza, prueba y error, hasta que nos volvamos locos, y un poco de aquí y un poco de allá, otro poco de suerte y de esfuerzo por figurar den como resultado ese ansiado libro que no ha aparecido en las librerías en mucho tiempo. |