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El cinturón mágico

Todo estaba muy tranquilo en el bosque. El cielo no podía estar más espléndido ese día. Los árboles danzaban al compas del viento se oía, el cantar de los pájaros, las flores despedían un aroma tan agradable que todo hacía sentir que ese día iba a ser maravilloso.
De pronto una nube oscureció el cielo, los conejos se escondieron y todo quedo en silencio. Arriba de un árbol había algo extraño algo que brillaba. La urraca inquieta llego hasta ahí lo tomo con su pico y se lo llevó al nido.
Desde ese momento todo quedó a oscuras el bosque estaba en tinieblas era un lugar desconocido, macabro, horrendo así lo describió y sintió el duende. Solo se veía a lo lejos una luz que parecía titilar por momentos.
Su preocupación y temor duro varios días no entendía que estaba sucediendo todo el bosque estaba en silencio, solo se escuchaba algún búho solitario o el cascabel de alguna serpiente.
La urraca entrometida no se imaginaba lo que le iba a suceder sus pichones se convirtieron en grandes pajarracos salvajes volaban y atacaban a todo lo que se le ponían en su camino. Defendían su tesoro, hasta la pobre urraca terminó muerta en el lago que estaba convertido en pantano.
Las aves cuidaban celosamente eso que brillaba ya el duende tenía que cuidarse de no ser atrapado con sus garras afiladas y ganchudas de esos horribles pajarracos.
Mientras espiaba desde el hueco de un árbol escucho pasos su miedo lo invadió, era un hombre andrajoso y maloliente. Balbuceaba cosas sin sentido solo se escuchaba decir: sin mi cinturón no podré salvar a la princesa Adela una y otra vez lo repetía.
Su andar era de una persona cansada vieja y enferma. Pensó el duende que me puede hacer? Su curiosidad pudo mas lo enfrento. Hey tu qué haces en este lugar tan peligroso con esos bichos rondando hambrientos y malvados? Seguía balbuceando, mi cinturón, mi cinturón. Hombre espera te traeré un poco de agua, vamos metete allí para protegerte de todas las alimañas que están habitando este bosque. Con mucha paciencia lo ayudó, cosa que le llevo varias horas y días como también entender que hacia allí que buscaba y quien era. Mi cinturón no lo habéis visto? El duende le contesto es brillante y mágico? Si si le contesto el harapiento. Esta allí arriba en el nido de la pobre urraca muerta donde salieron de allí pájaros gigantes. No, no, si no lo consigo la princesa se convertirá en una piedra. El duende lo miro con desconfianza pero en un momento vio en su pecho la cruz negra real Dios mío grito ¡tu eres Guemmal ¡saltaba con sus piernitas cortas pero de un gran corazón.
Se hicieron grandes amigos e inseparables. Atravesaron lugares muy peligrosos, los árboles nos avisaban cuando teníamos que escondernos. De pronto un círculo de fuego nos rodeo pero mágicamente empezó la lluvia a azotar con fuerza como si fueran gotas de cristales enormes eso nos permitió seguir el camino esquivando las rocas y todo lo que nos caía a nuestro paso. El viento otro de nuestros amigos comenzó a retener el aire parecía un globo gigante y cuando soplo ,uy allí estábamos los dos cerquita del nido. El duende le dijo yo distraigo a estas criaturas y con la ayuda de tu espada haces el camino para llegar a él lo más rápido que puedas.
El plan estaba funcionando hasta que una serpiente gigante lo atrapó al duende. Atrajo la mirada del pajarraco hambriento, mientras se peleaban entre ellos a ver quien se quedaba con la presa. El príncipe trepó hasta que sus manos en llaga viva lo dejaran llegar hasta él. Piedras hierbas ramas entorpecían el camino pero pensó un instante en la princesa y de un último salto tomo el cinturón se lo puso y elevo su espada gritando con todas sus fuerzas! Princesa no temas! .
Desapareció muy rápidamente que el duende no pudo seguirlo con la mirada.
En ese momento se fue acomodando el entorno .El duende cae arriba de una copa de un árbol los pajarracos desaparecieron, las nubes fueron dejando pasar al sol, el bosque tomaba su color y el lago ya estaba celeste. La música de los pájaros daba lugar a ese día maravilloso prometido.
Guemmal y la princesa Adela ya caminaban juntos sin temor.

Texto agregado el 20-11-2013, y leído por 216 visitantes. (0 votos)


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