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Era uno de esos días, al tratar de levantarme, no pude encontrar mis chinelas, aunque estaba seguro de que las había dejado a un lado de la cama al acostarme.

Tratando de hacer el nudo de los cordones de mis zapatos, ambos se rompieron y tuve que bajar en pijama y descalzo al negocio al lado del edificio para conseguir otro par. El día parecía agradable y el sol estaba tratando de pasar por entre los edificios.

Cuando quise bañarme y peinarme se cortó el agua y tuve que usar soda fría de la heladera para acicalarme. Congelado y listo para salir, abrí la puerta del área común y en ese momento se fue la energía eléctrica y tuve que bajar los catorce pisos por la escalera de incendios interior en la más absoluta obscuridad ya que no funcionaban las luces de seguridad.

En el primer rellano de la escalera puse mi pierna izquierda adentro de un balde lleno de agua sucia que el conserje había dejado allí

Al llegar a la planta baja vi que había comenzado a llover con tanta fuerza que tuve que esperar un momento. No había tráfico por lo que no pude encontrar taxi alguno.

Finalmente, me llegué hasta la próxima esquina bajo una lluvia torrencial, allí encontré a treinta o más personas esperando un taxi. Me decidí enfrentar la lluvia y correr hacia las escaleras del Metro, a una manzana de distancia pero cuando llegué allí la puertas estaban cerradas por reparaciones, ya empapado seguí corriendo hacia las siguientes
escaleras a una cuadra más lejos y finalmente pude llegar a la plataforma del tren subterráneo.

Los dos primeros coches estaban llenos, así que no pude conseguir lugar, además empapado como estaba, la gente me empujaba para alejarme.

Finalmente me metí en un tren. Se estaba formando una pequeña laguna bajo mis zapatos, todo el mundo me evitaba, me quedé solo, rodeado de las miradas desagradables de mis compañeros de viaje, lo que al final fue una bendición.

Me bajé en el cuarto nivel de mi estación y cuando llegué a la escalera automática pude ver que estaba fuera de servicio, por lo que tuve que subir los cuatro niveles por mi propio esfuerzo.

Al llegar a la calle la lluvia era más tupida pero ya estaba tan mojado que no me importaba. Intentado cruzar la calle me encontré que los automóviles estaban tan cerca unos de otros que tuve que saltar sobre algunos paragolpes para poder pasar.

Por fin entré en el edificio de oficinas donde trabajo, sólo para descubrir que el vestíbulo estaba lleno de gente esperando a los ascensores, de los siete, sólo dos funcionaban y la cola para abordarlos era tan larga como el brazo de la justicia.

Después de mucho tiempo pude desembarcar en mi piso e ir a mi escritorio. Tan pronto llegué, encontré una silla rota en lugar de la mía, que seguramente, fue cambiada por alguien que llegó antes que yo. Después de buscar por todo el piso encontré una silla pasablemente armada aunque le faltaba una de las rueditas y la llevé a mi escritorio. Encendí el
ordenador y vi que que no podía usar la R en el teclado porque no había tecla para ello.

Tomé el teclado de la mesa de al lado, me tiré al suelo y entonces comprobé que el cable del teclado era demasiado corto.

Me levanté y me encontré con mi vecino furioso porque alguien ha robado su teclado.

Lo calmé como pude y me arrojé al suelo de nuevo para conectarle su teclado y mantener la paz entre nosotros. Ahora no sólo estaba con la ropa húmeda sino tenía barro hasta en los bolsillos.

Caminé por la oficina hasta que encontré un teclado con un cable largo y cuando volví a mi escritorio llamé a Mantenimiento para pedir otro teclado. El hombre que contestó el teléfono, frente a mi pedido, respondió:

"Lo siento amigo, debe llenar un formulario y traérnoslo, para que pueda conseguir un nuevo teclado, y le aconsejo que lo haga lo antes posible ya que tenemos sólo uno y de acuerdo con la última normativa no podemos pedir piezas nuevas durante un mes, además, la asignación de las piezas es por riguroso orden de llegada de las peticiones".


Di las gracias al hombre de Mantenimiento y me fui a ver a la Sra. Ugarte.

Entré al cubículo de la Sra. Ugarte y le dije:

"Buenos días, Sra. Ugarte".

Esta señora es de edad media, secretaria del jefe, y dama de todas las tareas, muy bien ataviada y muy cuidadosa de su apariencia y derechos legales.

Tan pronto como levantó la cabeza y me vio, dijo entre dientes, mordiendo las palabras:

"¿No le enseñaron a golpear la puerta y esperar a que se le invite a pasar a los espacios privados?"

"Y manténgase alejado, me está embarrando toda la oficina"


Salí del cubículo y me dirigí a ella desde el exterior en forma conciliadora:

"Sra. Ugarte, mi teclado está roto, ¿puedo llenar un formulario para solicitar otro, por favor"

Ella hizo una mueca y me contestó:

"Tiene que llenar el formulario A32584, hacerlo firmar por el jefe y me traérmelo para sellarlo y validarlo."

"Está bien"
, le respondí, "¿puede conseguirme uno de esos formularios?"

"No"
, dijo, " debe pedírselo al jefe".

"Está bien,"
,repetí, tratando de seguir su ritmo, "¿puede decirle al jefe que deseo verlo?"

"No, no puedo,
me informó y ante mi asombre agregó, "se reportó enfermo y no creo que esté de vuelta hasta la próxima semana".

"Pero seguramente hay alguien en quien ha delegado la tarea de dar los formularios?"
Le dije un poco irritado.

Ella me miró con asco, y dijo:

"No, él no pensó en eso y no me moleste más, usted está haciendo que pierda el tiempo y tengo muchas cosas que atender."

Bajando la cabeza se sumergió en un documento y me ignoró totalmente.

Fui a mi escritorio y me encontré con el dueño del teclado, listo para empezar una pelea. Yo estaba tan deprimido después de mi escaramuza con la Sra. Ugarte, que sólo pude devolver el teclado y presentar una gran cantidad de excusas hasta que pude calmar al individuo y enviarlo de vuelta a su lugar.

Me volví a tirar al suelo y a conectar el teclado roto y traté de trabajar añadiendo la R empujando el muñón del teclado con un lápiz cuando aparecía en el texto.

Cuando levanté la vista vi que ya eran las seis de la tarde, así que puse todas mis cosas a resguardo, cerré el escritorio y tratando de ignorar el barro seco que me cubría caminé hasta los ascensores.

Esta vez sólo uno estaba trabajando, así que tuve que esperar tanto tiempo que era casi de noche cuando salí del ascensor en la entrada y me enteré que estaba lloviendo tanto como por la mañana.

La puerta principal del edificio estaba llena de gente luchando muy duro por los pocos taxis que iban por la calle.

Así que decidí correr las tres cuadras hasta la estación de tren y viajar en él.

Llegué a la estación, todo mojado, nuevamente embarrado y jadeando en el momento mismo en que el tren cerraba las puertas y arrancaba calle abajo. Así que tragué saliva y esperé el próximo tren que para mi deleite y sorpresa llegó justo a tiempo. Las puertas se abrieron, el coche estaba casi vacío, pude sentarme junto a la ventanilla mirando la lluvia y
disfrutando de la vista.

A una veintena de cuadras de mi casa, el tren se detuvo en medio de las vías y un guarda pasó por el pasillo entre los asientos informándonos que había una pieza defectuosa en la unidad y que, dado que el tren bloqueaba el paso no habría próximo tren y que era muy probable que la demora para solucionar el problema llegara a la mitad de la mañana siguiente
debido a una huelga en los talleres.

Sentí una punzada en mis entrañas, bajé del tren y me sumergí en la lluvia caminando como en un hechizo.

Llegué a casa a salvo, entré en el pequeño cobertizo que hay en el jardín del edificio, busqué una cuerda fuerte e hice un buen nudo corredizo con ella, puse mi cabeza en en el nudo y até la cuerda a la viga que cruzaba el techo del cobertizo, me subí a una caja de madera y salté con la esperanza de encontrar un poco de paz .

Tan pronto como mi peso fue aplicado a la viga, ésta se rompió y caí al suelo entre los escombros del techo. La lluvia cayendo sobre mi rostro ayudó a que me durmiera fácilmente y así me perdí en un mundo feliz y simple.

Texto agregado el 20-11-2013, y leído por 317 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
23-12-2013 Menudo mal día... y yo quejándome de los míos ;P. tienes visos de pesadilla. ikalinen
23-11-2013 Excelente, me gustó la historia de humor bien conducido. Tu narrativa, muy buena. Un abrazo, amigo. SOFIAMA
21-11-2013 Jájajaa, me la pasé riendo todo el tiempo, genial! Me encantó, amigo!***** MujerDiosa
21-11-2013 Uy, jjajajaja!! me pasó como a godiva, me causa gracia tu admirable paciencia. Un abrazo. gsap
20-11-2013 Qué día!! Pero admiro tu paciencia. Saludos 5* kirra
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