¡OH, Señor! Dios omnisciente, hacedor
del universo,
me pongo de rodillas a tus pies clamando
entendimiento,
soy manso de corazón, de ideas nobles y justas,
débil de sentimiento,
¿Qué debo hacer para enfrentar la beligerancia
del perverso?
He sentido temor, a veces he dudado
no lo niego,
otras veces he flaqueado al sentirme
abrumado,
pero; el amor que siento por ti,
me ha reconfortado,
robustecida mi fe, revive la esperanza
que en ti tengo.
¿Cuántas veces he clamado tú nombre
al sentirme afligido?
mi corazón ha llorado, lastimado gime en la
incertidumbre,
asediado y hostigado por la misión que he
emprendido,
sigue fiel a tu mandato sin abdicar ni sentir
pesadumbre.
Si muero ahora, mi muerte selle para siempre
nuestra alianza,
¡morir ya no me importa! si al morir mi alma
va a estar contigo,
porque siempre he querido ser compañero
fiel en tu andanza,
y, si he de morir por esto, ¡Ser tú amigo será
el más dulce de los castigos!
JOSE NICANOR DE LA ROSA.
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