Parece ser que Sergio fue a cenar a un japones con la novia, el día que le concedieron a Tokio la organización de las olimpíadas en detrimento de Madrid, que por la enésima vez había presentado su candidatura, y postó una foto de la cena en twitter, instagram o en el lucero del alba.
Pensando friamente, cualquiera con ese mujerón y poca capacidad intelectual, mostraría a los cuatro vientos su relación y lo ricas que están dicha hermosura y el sake; yo no lo haría, después surgirían miles de ansiosos queriéndose trabajar a la reportera.
Dejándome de fruslerías tengo que confesar que ayer me compre una botella de Amarula made in Sudáfrica; España jugaba con el citado país y además perdió, yo no podía saberlo con antecedencia, pero me puse en el riesgo que había del 0,0009%, de que los africanos nos derrotaran.
Lo que me salva es que yo, a diferencia del arriesgado zaguero, no le hice fotos a la botella, ni me puse una camiseta verde y amarilla (lo que sería normal porque me encuentro en la Pátria Amada Brasil).
Como no pertenezco a la Jet set y pocos me conocen, aparte de mi familia, suspiré con alivio al escuchar la noticia de la vergonzosa derrota; me dio que pensar y me hice varias preguntas:
¿Es tonto Sergio Ramos?
¿Le importa, realmente, lo que piensen sus seguidores de las redes sociales?
Al menos el agerrido central, tiene buen gusto, le gustan las cosas ricas de comer.
Entrando más en profundidad imaginé un posible encuentro contra la selección teutona y pensé:
¿Tendré que desenchufar la nevera?
¿Podré tomarme una birra sin mirarle la marca?
¿Tendré que coger el bus y dejar mi Mercedes en el garaje?
Creo que hoy no voy a poder conciliar el sueño, aluciné pensando que después del partido contra Alemania, nos tocaría Inglaterra.
¡Buf! a tirar todos los libros de Sir Francis Bacon, tomarme el X-beicon sin beicon, seleccionar una película para ver, que no tenga ningún integrante de la "Pérfida Albion"; tampoco puedo tomarme ningún somnífero, no vaya a ser que esos numerosísimos investigadores británicos tengan alguna participación.
Optaré por ver un documental de la BBC tapando el anagrama en la esquina de la tele y apagar todos mis dispositivos móviles y estáticos; no vaya a ser que alguien me llame y me pille con las manos en la masa.
Si no funciona ver saltar a los canguros; llamaré a Ivonne y nos bajaremos unos Sapphires con Schweppes y rodajas de pepino, acompañados de unos hot dogs con emmental de Bavaria y canciones de John Lennon.
La pimienta la pondremos nosotros; tendremos toda la noche.
Aguilagris |