Conversaba todos los días con su gato, les gustaba hablar mucho sobre distintos temas

Él le leía las noticias en voz alta porque su gato aún no sabe leer y comentaban sobre las noticias del día.

A él le gustaba las opiniones de su gato las sentía más acertada que las de sus amigos de colegio que no les gustaba filosofar tanto de la vida como a él y su gato.

Cuando venía de estudiar le contaba sobre cómo estaba su día y el gato le contaba sobre el suyo, aunque casi siempre el día del gato se limitaba a dormir la siesta aunque también tenía secretos que obtenía de sus incursiones nocturnas por los tejados.

Pero un día que el inició la conversación con su gato éste no le respondió, Agusto se asustó mucho de este hecho, le insistió mucho al gato para que hablase pero el gato no dijo nada.

Asustado se fue donde el veterinario y le dijo mi gato no puede hablar, el veterinario se rio pensando que se trataba de una broma y le dijo: “Niño los gatos no hablan”

Agusto le contó a sus padres que su gato ya no hablaba y estos le dijeron lo mismo que el veterinario: “Los gatos no hablan”

A partir de allí su mundo se volvió más rutinario y normal, entendió que había crecido y en este mundo de grandes los animales ya no hablaban, lloró mucho ese momento cuando supo que había crecido

Fin