DE VISITA…

Me le acerqué casi por detrás, en absoluto silencio y no se dio cuenta. Ella estaba frente al ventanal mirando lo más lejos que podía, o lo que su desgastada mente alcanzara, suponiéndolo mejor. Porque con ese cuerpo retorcido hacia delante y con esos ojos de vieja soledad parecía estar buscando en el más allá de las cosas perdidas algo que le hiciera alguna compañía. Digamos que entre los recuerdos muy viejos pues a los nuevos no llegaba. Seguro que tratando de rescatar imágenes de una familia desperdigada que hacía mucho que no veía. “Tal vez justo está viéndome de niño”, pensé, regresando de la escuela y ávida ella por revisarme el cuaderno de clases. Preparándome la merienda y preguntando cómo me había ido con los deberes hoy, no sé… Jugando en el patio de casa con mis hermanos. Reviviendo aquel susto que le di la vez que me caí de la medianera al patio de la vecina, y que me llevaron alzado hasta el hospital con la nariz sangrando. Cuando me daban esas gripes interminables que solo se mejoraban esperando y esperando…Tantas cosas podían ser... Como cuando llegado el momento, y como buena observadora que era, eligió por mí diciéndome: “vos vas a ir a la escuela técnica porque tenés mucha habilidad manual haciendo tus juguetes” y tuvo razón. O cuando recién terminada de cursarla, me agregó esta más apremiante todavía : “…y ahora vas a tener que hacerte cargo de la casa porque papá se enfermó del corazón y nadie le da trabajo”…Tantas vicisitudes entre buenas y malas dignas de recordar…
Tal vez pasé tres minutos parado mudo ahí, pero toda una vida me duró. Y terminé retrocediendo, en silencio, como me había mantenido por no sacarla de donde estaba, por no sobresaltarla con mi irrupción sorpresiva. Más tuve una esporádica intención de darla vuelta en su sillón de ruedas y que me viera de pié y vivo frente a ella, pero no me animé. No quise presentarme con todos mis años encima así de golpe, y desmejorado como yo sé que estaba. Podría hacerme preguntas acertadas y no estaba para responder a todas. Volvería otro día mejor. Y me retiré de ese geriátrico como si fuera un fantasma, como si no hubiese estado nunca precisamente de visita…