Ven.
Refugias en mí
tú inocencia fresca de jazmín
y atávica exquisitez de diosa.
Reclinas en mis hombros
tú cabeza azabache llena de rizos,
influencia de luz diamantina
de carbón.
Gravitas sobre mí cuerpo
tus pechos en sazón,
que los gemidos de tu garganta
sea música
para dormir los pétalos
sonrosados de la flor.
JOSE NICANOR DE LA ROSA.
Texto agregado el 19-11-2013, y leído por 404
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