(Un homenaje a los 4 dirigentes estudiantiles del año pasado, que promovieron la conciencia de los estudiantes frente al lucro en la educación. Y que ayer fueron elegidos diputados).
- “Yo no soy político” dijo Leandro un alumno
-que participaba y dirigía las protestas estudiantiles,
sintiéndose ofendido, porque así lo llamaron.
El Maestro Mirlate pensó para sus adentros:
- Estos no entienden nunca.
Paciencia Juan, -se dijo-, veremos si hoy entienden.
- ¿Dices que no eres político?, ¿Qué opinan ustedes?,
preguntó a los demás alumnos.
Y estos, como de costumbre, discutieron y no se ponían de acuerdo.
Entonces, el profesor, por enésima vez, preguntó:
- ¿Qué es la política?
Y los hizo buscar, como tantas otras veces,
las diversas definiciones en los diccionarios.
- De todas estas definiciones,
¿cuál es la que tiene más que ver con lo que dijo Leandro?
Y también por enésima vez, los alumnos discutieron
y llegaron a la conclusión lógica:
- La que dice que política es
“la actividad del ciudadano
cuando interviene en los asuntos públicos
con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo”.
- Las marchas y protestas que dirige Leandro,
¿caben en esta definición?
Los alumnos, por supuesto, respondieron afirmativamente.
- Mira, Leandro. Tú no quieres llamarte político,
porque tienes una mala idea sobre los políticos.
A pesar de que en estas clases lo hemos conversado muchas veces,
aún no entiendes que lo que rechazas es la politiquería.
Y, dirigiéndose a la asamblea expectante,
los amonestó con cariño de padre y maestro:
- Todos ustedes son políticos.
Ustedes y todos los estudiantes,
desde que descubrieron que el sistema educativo
los endeudaba y sometía, han empezado a ser políticos:
se han politizado, como nunca en muchos años.
Y eso es bueno, es positivo.
Creo, continuó,
que deben dejar de lado el miedo a ser llamados políticos,
tal como los dirigentes de ustedes del año pasado,
que ayer fueron electos parlamentarios, para trabajar por sus ideales,
no sólo con marchas y protestas, sino con leyes.
De lo contrario, ese título,
que debiera ser un honor de todo ciudadano,
y de modo especial en los elegidos para ocupar cargos,
lo dejamos en manos de politiqueros.
Hay que rescatar, aunque tardemos,
el nombre respetable de político.
Cuando concluyó, hubo un prolongado silencio,
producto de la reflexión que se produjo
en el interior de cada alumno.
Uno comenzó a aplaudir tímidamente,
pero con entusiasmo tan contagioso
que enseguida todos hicieron igual con grandes gritos de aprobación.
- Al fin entendieron, se dijo el Maestro, conmovido,
porque, en adelante, sus alumnos
llevarían el nombre de políticos
con orgullo y fuerza juvenil.
- Tanto mejor para el país, sentenció,
y se puso también a aplaudirlos.
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