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Inicio / Cuenteros Locales / NINI / EL LOBO Y LA LIEBRE

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Una liebre y un lobo se encontraron un día en un inmenso desierto. La liebre con ojos escurridizos miró con timidez a su compañero de infortunio, mientras el lobo echando baba por el hocico dejó ver sus afilados colmillos gruñendo enfurecido al notar la presencia del tímido animal. Sacó su lengua, se saboreó agudizando su mirada y al mismo tiempo paró sus orejas como reconociendo al infeliz animal que tenía frente de él.

Asustado el roedor se dijo para su adentro. “Si me atacas, patas para que las tengo”, mientras se paraba en cuclillas observando con detenimiento al feroz animal. El lobo hizo lo mismo, recogió su larga cola y puso su flaca posadera sobre la tierra despoblada. Con un movimiento casi imperceptible abriendo su hocico, masculló.

—“Tengo un fuerte dolor en un diente”. — Le dijo a su acompañante.

La liebre aturdida estudió en cuestión de segundos la situación de emergencia del voraz animal. Con desconfianza se acercó a él, poniendo una de sus patas sobre la cabeza del temido mastín la frotó como queriendo expresar “lo siento mucho”.

Con astucia el pequeño animal hizo una propuesta al carnívoro.

—Te ayudo si no me comes”. — manifestó.

— ¿Cómo me ayudarás?— Quiso saber el lobo.

—“Muy fácil, sacándote el diente que te dueles — Dijo secamente la liebre.

El lobo aceptó de buena gana. Abrió el enorme hocico y la liebre introdujo fríamente en él un pedazo de palo entre sus mandíbulas, quedando abiertas a merced del pequeño solitario, quien con ternura y de manera sabia preguntó.

—“¿Cuál es el diente que te dueles?”.— El lobo temblando de miedo, respondió.


—“Ese”. —Señalando uno de los dientes de la mandíbula superior. La liebre ufana, agarró con sus incisivos biselados uno de los dientes que no era el que le había señalado el lobo. Lo haló con toda su fuerza descolgándose de él, hasta lograr extraerlo. El animal adolorido se sacudió, mostrando de este modo la rabia y la impotencia que lo embargaba, al mismo tiempo con la lengua estropajosa, argumentó.

—“¡Diablos! Ahora me duele más, ¿Qué me has hecho?”.—

La liebre de manera astuta manifestó.

” ¡Eso no puede ser, te he sacado el diente que me dijiste!”.

El lobo se palpó el diente que le dolía, mostrándoselo a la liebre.

—“¡Es ese! Dijo molesto el animal.

La liebre se colgó de otro de los dientes; pero antes le dijo al lobo.
-” Observas, ¿Es éste?” mostrando con una de sus patas el diente que le había indicado el lobo feroz. Este maquinalmente le dijo que si moviendo su cabeza; pero la liebre con sigilo movió sus incisivos, sacando otro de los dientes que no era el que le dolía al furioso animal.

De esta manera, la liebre con astucia fue sacando uno a uno todos los dientes del maxilar superior, dejando tan sólo el que le dolía al salvaje, quien enfurecido desistió de la idea y desde entonces aúlla por el desierto con grandes alaridos y estertor de muerte.

JOSE NICANOR DE LA ROSA

Texto agregado el 16-11-2013, y leído por 6776 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
17-11-2013 un lobo feroz y tonto, así no hay cuento que se resista. elisatab
16-11-2013 ¡Tenía más de dos colmillos en el maxilar superior? (Ver ese detalle). ¡Bien! Como la mejor fábula de Esopo, simasima
 
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