Por favor, baje el pie

No suelo entro meterme en lo que no me concierne y esta regla básica me ha funcionado siempre, para evitar malos ratos. Lo que si no puedo aceptar, es que se cometan injusticias o maltrato hacia otras personas, en especial a los más vulnerables e indefensos y hacia los bienes comunes y por demás necesarios de nosotros mismos, los ciudadanos.

Esta mañana en el vagón del Metro que frecuento, por ejemplo, le sugería cortés y amigablemente a un hombre adulto joven, que por favor bajase su pie del asiento del frente, de donde el cómodamente estaba sentado. La respuesta fue inmediata, pero no para quitar su pie del la silla, si no para llenarse la boca y drenar su cloaca campante en forma retadora: “Ese no es tu peo”

No fue necesario responderle, ya que el tropel de usuarios que comenzó a entrar en la estación inmediata fue tal, que por mínima lógica aquel individuo tuvo que ceder en su actitud. No obstante, aquel episodio, quede un tanto reflexivo, valorando hasta que punto una persona solo por querer o intentar hacer las cosas correctamente, se expone a la agresión verbal y hasta física por parte de cualquier ciudadano. ¿Qué hacer? Me preguntaba. ¿Acaso será lo conveniente cada quien meterse en sus asuntos creando un cascaron donde solo el yo importa y lo demás que se fuña? La verdad no sé a dónde nos eso, pero de todas, no pinta bien.

Yo recuerdo que cuando niño era señalado por algún adulto en alguna falta en mi conducta, por muy tonto que fuese el caso, mi madre me repetía la dosis en casa. La reprimenda era tal, que la lección era aprendida porque si. Quizá el joven del metro no tuvo una madre o un padre que lo orientase. O tal vez tiene sus razones personales para estropear lo que no es suyo, aunque le sea de gran utilidad para su transportación. Posiblemente pisotear y patotear al prójimo le resulte una compensación mental reprimida. Como sea. Allá el con sus problemas internos. Ojala pueda conseguir cuanto antes la paz a sus monstruos.

Como lección me quedan varias cosas de este episodio, no obstante, sigo en la convicción que todo cuanto esté mal en nuestra sociedad, hay que arreglarlo. Todo aquello que no funciona, hay que echarlo andar. Esto es obligatorio si pretendemos resurgir como una sociedad plena en vías de desarrollo. Hoy y ahora es pertinente replantearnos el cómo estamos viviendo, valorando y cultivando la conciencia individual para contribuir así a la transformación de la conciencia colectiva. Es justicia.

@FranchoSuarez