Me alejo lentamente de miradas
que me observan sin verme,
me olvido de recuerdos que llenaron
de dulzura mi amargo sabor a despedida,
enjuago mis lágrimas en la belleza
oculta del brillo de una mirada,
nado los mares prohibidos
que apaciguan la ira de la rutina,
y me alejo navegando entre la niebla
de un sentir deseoso de verdades...
Pero el vacío aún sigue vivo,
acompañando cada paso por la orilla
de ese rio de ilusiones huidizas
derramado en mi alma que aún late
retazos de la decepción desbocada
de un daño sin nombre que me rozó
la melancolía, que me mantiene
aferrada a la vida en la que quiero creer,
a pesar del leve dolor de un suspiro
abandonado al devenir de los vientos...