Un día rumbo al trabajo, vi a una paloma posarse sobre el espejo retrovisor de un camión, justo cuando el semáforo estaba en rojo. Yo estaba en el último asiento del bus. Deje un momento el libro que disfrutaba y la quede mirando.
Era una paloma común, sus plumas eran plomas y un poco azules a la altura del cuello. No se distinguía de las demás que suelo ver por todas partes.- Ahorita vuela - pensé, sin dejarla de ver, pero no. La luz cambio a verde y ella se movió un poco con la brusquedad del vehiculo; hizo un poco de equilibrio, y siguió ahí parada.
Me levante de mi asiento para cambiarme detrás del chofer y tener más panorama de la equilibrista. El camión que tenia el mismo rumbo que nosotros no amaino su marcha, por el contrario, su velocidad era la misma a la del bus y era empujada (como no) por los bocinados posteriores.
La paloma siguió ahí, parada en el fierro que unía el espejo retrovisor en la derecha de la cabina, impávida, esperando su destino. Prosiguieron cinco cuadras, cuando nuevamente el semáforo en rojo le indico su destino. Voló como si conociera su paradero. Cruzo la calle. Se paro junto a otra, en el cable telefónico. Empezó a hinchar el pecho y a danzar de amor.
Me reí para mis adentros, ¡que paloma más floja¡ pedir un aventón para ver a su amada.
No termine de reírme, cuando el último asiento donde yo estuve sentado, quedo destrozado por el choque de otro bus, que distraído miraba a la paloma floja.
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