Otoño sin amor

Se abrieron las puertas, también las ventanas
¿habrá en el otoño pedazos de alma?
Mil hojas regadas, durmiendo en su muerte.
Un grisáceo cielo sin más entristece.

Se rasga el espacio al vuelo de un ave,
el aire palpita un pálido otoño de flores marchitas.
Un fantasma errante suspira en mi cama
pues me sabe sola, sola y sin amante.

¿Serán las ventanas?, ¿serán esas puertas
un convite ingenuo por si el amor mismo pasa por mi vera?
Otoño, no quiero vestir con tu manto
perdóname hermano, si escapo o me marcho.

Sin mirar atrás camino alma libre
sin pasado, sin despojos de una muerte lenta
que de lejos llama, que de cerca tienta
con brazos de madre que siempre me esperan.

Descalza me tiendo a orillas del río
en el oro mismo de las hojas muertas.
Murmullo del agua que acuna mis penas
envolviendo el aire de un húmedo llanto.

Y cierro los ojos `para abrir el alma
y me rasgo el pecho lado a lado a mano
y arranco doliente el amor sangrante
lo convierto en ave que vuele y se marche.

Si fuera tan fácil, si tan fácil fuera
no permitiría que este dolor yerto me hiriera por dentro
y yo me abro el pecho y tiro el sentimiento
pero el porfiado siempre deja huellas dentro.

Y vuelvo a mi casa, como vuelve un preso
donde cada cosa me gritas su nombre
donde cada espejo tan solo mi imagen refleja siniestro
es que ya se ha ido pero sin saberlo me dejó su sombra.

Y su sombra es grande tan grande y antigua
que parece siempre envolver mi vida
y yo prendo luces pero, simplemente,
se niega a dejarme, se esconde traviesa para luego hallarme.

Y cierro las puertas, también las ventanas
me remiendo el alma con hebras de cargas
ya no veo las hojas, ni el cielo ni nada
y suave me mezo en los tibios brazos del adiós eterno.

Ya no quedo nada.
Tan solo mi verbo.


Del Libro ¨Cadencia de Silencios¨
Beatriz del Carmen Ruiz