Mis mejores recuerdos

En la morgue le advirtieron de lo doloroso que podría representar para un familiar el reconocer el cuerpo inerte. Recorrieron una fría sala en donde yacían los cuerpos sin identificación.
-¿Qué parentesco lo une a la fallecida?- Preguntó el forense de turno
-Soy su esposo. Respondió Juan
-¿Se acuerda cómo iba vestida?
- Supongo que los jeans que le regalé para nuestro aniversario y una remera con el símbolo de la paz.
Se adelantó el facultativo hurgando bajo las camillas, en busca de las prendas que había vestido la malograda mujer.
Nada daba con las características aportadas por el marido, aunque para que no quedaran dudas destapó uno a uno los cuerpos que allí se encontraban.
Con cara desencajada, Juan, negaba sistemáticamente cada macabra presentación.
Había ido solo al reconocimiento, aturdido y desesperado por la ausencia de su querida desde hacía cuatro días.
Cuando salió de establecimiento, le llegó un mensaje de texto que decía:
“Me fui con Carlos, lo nuestro ya no se sostenía más, no me busques, quédate con los recuerdos de los momentos que fuimos felices”. Firmado Ana.
Por mucho esfuerzo que le aplicó, le costo mucho recordar aquellos tiempos, si es que los hubo, solo le aparecían las largas discusiones por temas sin sentido.
Regresó a la morgue y le pidió al forense una nueva inspección de los cuerpos, ya que le habían quedado dudas. En cuanto aparece una mujer de figura reconocida, estalla en llantos y asiente que esa era la mujer que menos quería encontrar. Se trataba de Luisa, su amante que se había suicidado por un amor no correspondido. Ocurrió luego que Juan le confesó que iba a intentar preservar su matrimonio con Ana.
-¿Está seguro?- Continuó el médico
-No tengo dudas, es la mujer con quien pase los mejores momentos de mi vida.
Tomó su celular y escribió: “No te guardo rencor, fue un imperdonable error mío” Firmado Juan

OTREBLA