A lo lejos… escucho el crepitar de susurros cálidos provenientes de los deseos febriles que llegan impulsados por el viento lascivo. Me alertan sobre las palabras álgidas iluminadas por el fulgor de la sin razón del alma abandonada, sueños inherentes a la realidad que el hado entrega en decires melancólicos, impulsados por hilos plateados, fulgurantes en el plenilunio septentrional. Impertérrito permanezco para que prevalezca mi añoranza anacrónica sobre la soledad gélida irracional de esta fétida nórdica realidad.

Perorata, ventisca que pregona realidades sempiternas etéreas e intangibles. Así son las voces, los impulsos, que aún no sé con exactitud de dónde provienen; pero seguro de una cosa, su origen es muy cercano al lugar en el cual te vi por última vez. Atisbo alicaído como discurre cronológicamente la necesidad de las existencias que estén más allá de la verja irascible y la salvedad irreal nauseabunda de las percepciones estentóreas de los hombres hoscos que me rodean.


Alejandro Ornelas