Aunque estemos destinados a no ser dijiste, como si aquello pudiese significar algo. Como si lo que vivimos, lo que sentimos, lo que dijimos y lo que fuimos, se redujera a una simple vuelta del azar, a una supuesta fuerza suprema que mueve nuestros hilos.
No creo en los lazos del destino, nunca creí que estuviera escrito que estarías ahí. Simplemente te tendí mi mano, porque no es el azar lo que mantiene unidas a dos personas que se aman, es la confianza de saber, que siempre tendrás una mano para caminar junto a ti.
Pero tú olvidaste eso, y ahora culpas a la suerte, a la divinidad a la que tanto rezas. Ahora piensas que tus acciones y tus palabras no fueron las que motivaron esta soledad, y que simplemente somos juguetes del destino. Que farsa tan grande, que insensatez y que carencia de amor propio.
Siempre quise volar a tu lado, pero nunca quise que me amarraras a tus alas. Quería que invadiéramos el cielo con nuestra risa, con la esperanza de que construiríamos un cielo mejor. Pero para ti fue diferente, simplemente construiste una jaula, con tus besos, tus caricias y tu falso amor.
Te dejo con tu destino, con tu azar, con tu suerte y tu divinidad. Yo extenderé mis alas, y buscare un nuevo cielo sobre el cual construir nuevamente mis esperanzas, mis sueños y mi música. Lejos de ti.