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Historia de una chaqueta

La existencia de la chaqueta empezó en Shangai, en una gigantesca fábrica de ropa en donde trabajaba Sun- Li, jovencita de veinte años y experta costurera a su corta edad. La chaqueta era moderna, llamativa. Negra por fuera y con el forro de un rosa intenso. Sun Li codiciaba una chaqueta asi, pero era imposible. Las normas de la maquila establecían muy claro que nadie podía quedarse con ninguna prenda, aún en el poco probable caso de que sí hubieran tenido el dinero para comprarla.
La chaqueta, junto con miles de compañeras iguales, emprendió un largo viaje por barco. Alli nadie la vió ni la notó, dentro de su empaque a prueba de agua. Por fin llegó a su destino, una elegante tienda en Beverly Hills, ciudad californiana llena de celebridades, gente adinerada y pobres aspirantes a famosos.
Fue colocada en el escaparate, sobre el cuerpo de un esquelético maniquí que la lucía con moderno garbo, como pocos humanos lo lograrían. Allí, en ese lugarcito de ambiente enrarecido, fue que la vió Brittany, jovencita de largos cabellos rubios y poco seso. De inmediato quiso tenerla. La codició, igual que unas semanas antes la había codiciado Sun-Li, allá en otro continente, en otro mundo. Pero lo que Brittany deseaba, lo conseguía siempre. Pagó con la tarjeta visa de papá y se marchó a casa con la parte trasera del BMW atestada de las compras del día. Se sintió realizada y feliz, y el sentimiento iba a durarle al menos unas cuantas horas.
La chaqueta esperaba, muda y sin impacientarse, como son las chaquetas, colgada en el extenso guardarropas de la chica, junto con los tres pares de blue jeans, cinco pares de zapatos y seis blusas que la niña había comprado ese mismo día.
Al cabo de algunos meses, Brittany quiso renovar su vestuario. Fuera con todo lo viejo para dar paso a lo nuevo! Asi es como la chaqueta, después de haber sido usada una vez, se encontró de nuevo haciendo un viaje. Esta vez en calidad de donación a algún país del tercer mundo.
Y a un hermoso país latinoamericano llegó. Un país grande y chiquito, bello y espantoso a la vez, como un poeta lo describió en alguna ocasión. La tan viajada y poco usada chaqueta llegó a una venta de ropa de segunda mano, donde entre miles de prendas diversas yacía tirada en el piso, sin consideraciones, sin ninguna contemplación. Varias personas le caminaron encima, y por eso cuando las dos hermanas la encontraron, la chaqueta estana pisoteada y sucia. Pero las jovencitas tenían buen ojo y detectaron la joya enmedio de toda la fealdad. La mayor de ellas alegaba que habia sido la primera en verla y que por lo tanto le pertenecía. La hermana menor, de alguna forma la convenció de cedérsela y fue asi como la chaqueta empezó en realidad su vida de chaqueta, yendo a la universidad, al centro comercial y a donde sea que su dueña la llevaba. Pero esta segunda dueña también se cansó pronto de ella. Es una suerte que las prendas no tengan sentimientos, o esta chaqueta hubiera sufrido el síndrome del abandono.
Pasado un tiempo, la chaqueta tuvo una nueva admiradora. Primero había sido Sun Li allá en China, luego la rubia Brittany en California, después las hermanas que la encontraron, sucia y tirada en el suelo, y ahora Gloria, joven indígena poco acostumbrada a usar esta clase de prendas, la vió y también la codició...
Se la regalaron, y la chica bailaba de alegría. Qué moderna, qué hermosa le parecía la chaqueta. Y la usaba una y otra vez, y en su pequeña aldea perdida entre montañas, Gloria y su chaqueta negra de forro color rosa eran motivo de críticas y de envidia. Sus amigas le envidiaban la buena suerte de poseer algo asi. Los viejos movían la cabeza, desaprobando las costumbres modernas de las jovenes que no respetaban ya la vestimenta tradicional de los cortes y los hermosos huipiles bordados que desde siempre se han usado. ¿Dónde se ha visto que las jovencitas vistan de pantalones y chaqueta, como si fueran varones? Es el fin de los tiempos, como la biblia lo asegura, concluían tristemente.
Ajena a las críticas, Gloria iba y venía, haciendo cada semana el larguísimo viaje entre su aldea y la ciudad, que a veces le tomaba tres horas o más. Y siempre luciendo la dichosa chaqueta que por fin era usada y realmente apreciada. El viaje no tenía por qué ser tan largo, pero el camino era tortuoso y difícil, apto para caballos o cabras, no para vehículos motorizados. Los lugareños cuentan como casi, casi, logran hace años que la municipalidad les asfalte la carretera, pero no se pudo. El alcalde de turno se robó el dinero hábilmente y nadie pudo reclamar nada. Eso es lo que se cuenta en aquel lugar. Y lo cuentan con la expresión resignada e inmutable de quien ha estado, por los siglos de los siglos, acostumbrado a recibir látigo o algo peor.
Puede ser que por eso haya pasado lo que pasó. Porque aquellos caminos buenos para caballos y cabras no son nada buenos para un autobus cargado con cien personas. El autobus donde viajaba Gloria rodó noventa metros hasta el fondo de un barranco. Diez personas sobrevivieron. Pero Gloria, usando su linda chaqueta, no estaba entre los sobrevivientes. Y los padres de la chica, sabiendo cómo ella amaba su chaqueta negra, decidieron que la usara en su ataúd.
Asi terminaron los días de la famosa y tan codiciada chaqueta negra

Texto agregado el 08-11-2013, y leído por 502 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
25-11-2013 Es un buen argumento, hay que trabajarlo, o bien quedarse en la descripción o dar el paso para construirlo como cuento o como una noveleta. sendero
23-11-2013 Me gusto bastante uleiru
17-11-2013 Sorprendente historia. Excelente relato. ***** girouette-
13-11-2013 Ah ¡nooo! porque termino así, pobresita.Crei que se encontraba con Sun-li, me fallo la intuision esta vez.Muy bueno, felicitaciones. jaeltete
12-11-2013 Amiga, la historia es de un ingenio total. Imagínate qué personaje tan singular. Tu narrativa fresca y fluida; y sabes, me dio la impresión de que la chaqueta me plameó cuando me entristecí. Un contenido para analizar. No es cualquier mensaje es que plasmas. Un abrazo, querida Anabella. SOFIAMA
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