El día no terminaba de nacer
El camino seguía abrigado por la niebla
A tientas llegué a tu ventana y aún dormías
El farol del poste iba perdiendo claridad
No llovía pero sentía la bendición de Dios
Me recosté en aquel viejo poste y esperé.
Quien pasaba taciturno, a iniciar su jornada
No me brindaba ninguna atención
Yo seguía esperando que despierte el día.
No hacía frío pero temblaba… tiritaba
No hacía calor, mas sentía una brasa dentro
No hacía tiempo, pero veía pasar las horas.
De pronto se abrieron las puertas de tu ventana
Vi asomar tu sonrisa entre el dintel y el alfeizar
Y la paz que vi en tu rostro, calmo mi alma.
Esperé hasta ver que mirabas al norte
Y sonreí porque supuse que pensabas en mí
Buscando la señal de humo que yo dejo
Cada día, cada tarde, cada noche que no se de ti.
Texto agregado el 07-11-2013, y leído por 240
visitantes. (5 votos)
Lectores Opinan
10-07-2014
No había leído este poema lleno de amor.
Me encantó*****
Victoria 6236013
09-11-2013
"Y la paz que vi en tu rostro, calmo mi alma." Seguramente en ese preciso momento, ella pensaba en tí... Que un manto de estrellas sureñas te acompañen siempre.***** mahanaim