HURÍ.



Aquella mañana,al salir del baño,
Cubierto el cuerpo sólo de rubor,
Despojado de artificio o amaño,
Luce mi amada todo su candor.

Sentada al tocador con sus afeites,
Inicia la rutina de belleza
Y yo disfruto y gozo los deleites
De admirarla de pies a-la cabeza.

Parece fina estatua de alabastro,
La hermosura de la Venus de Milo,
Posee todo el esplendor de un astro
Al que miro en silencio con sigilo.

Su rostro es de angelical perfección,
Herida abierta semeja su boca,
De la que brota cual dulce canción,
Mágica voz que una sirena evoca.

De ésta dama soy su rey y vasallo ,
En ése altar oficio yo el amor,
Sultán de bella Hurí de mi serrallo,
Donde me brinda ternura y calor.