¿Cree ustéd en el amor a primera vista?
La reunión de trabajo con todos los Directores de Departamento de las sucursales de America Latina, era en la Sala de Convenciones de uno de los Shoppings mas grandes de la ciudad, un poco alejado del centro, y él en realidad llegó de mala gana.
Estaba obligado a ir, y llegó "embolado", porque había tenido un día particularmente difícil, y tener encima que manejar todos esos quilómetros extra, lo terminaron de cansar.
Pero fue verla, y ella le cambió la cabeza totalmente.
Su sola visión le recordó aquello del bolero: "...donde estabas todos estos años", o aquella otra letra inolvidable: "... por que estuviste fuera de mi vida tanto tiempo", asi de grande fue su seguridad desde el principio.
La vio por pura casualidad, al pasar caminando por los lujosos pasillos rumbo a la reunión. Ella estaba dentro de uno de los mejores salones del shopping, destacándose entre todas. Era una verdadera muñeca. Quedó tan "flechado" en ella, que sin darse cuenta apoyó la cara en la vidriera de la tienda y perdió la noción del tiempo. Se ruborizó al ver que un niño que estaba a su lado de mano de la madre lo miraba asombrado. Luego el nene comenzó a jalar el vestido de ella diciéndole: "¡Mirá mamá, mirá mamá, ese señor esta paralizado!". Pero no era ninguna parálisis, era ese toque de Cupido que se siente muy pocas veces en la vida.
Amor a primera vista, para los que creen en el.
Ella también parecía mirarlo, sin ruborizarse, automáticamente, sin cambiar la expresión, quizás intuyendo que era algo natural el que se encontraran, algo que tenía que pasar, que ya estaba escrito pasaría. Por eso no se precisaron palabras. Sucedió, simplemente sucedió.
Un pequeño misterio personal, una de esas hermosas cosas extrañas de la vida, que disfrutan solo algunos privilegiados.
Luego del embeleso inicial su cabeza comenzó a planificar febrilmente las actividades. El tédio que tenía previsto había cambiado drásticamente. Pensaba: "entonces, si la reunión comienza a eso de las siete de la tarde, seguro termina a eso de las nueve o un poquito más, y tambien tengo la posibilidad de irme antes que termine, asi que... ". Por lo tanto el tema "reunion" no era problema. Podía ir, ser visto, aparentar interés y luego retirarse sin despertar sospechas.
Pero ella, ¿a que hora saldría?. Comenzó a atar cabos mentalmente: "estaba tras el mostrador, entonces trabaja alli, y a esta hora de la tarde no hay horarios cortados, asi que casi seguramente se quede hasta el cierra. En la puerta de entrada un cartel indicaba: "Horario de atención al público: Lunes a viernes de 8 a 22 hs. Sabados y domingos de 9 a 24 hs." Era sabado, ¡tenía tiempo de sobra!.
Le parecía sentir su mirada, asi que entró y consultó con otros vendedores, precios de articulos diversos, siempre manteniéndose relativamente cerca de ella, que se mantenía estática en su sitio. Estaba muy claro que era para que el Jefe - parado cerca del mostrador, cerca de ella - no fuera a sospechar nada. Asi que él le siguió el juego, haciendo entender sus pretensiones con refinados gestos fácilmente comprensibles. Por fin su ingreso a la boutique quedó como curiosidad de un potenciál cliente. Ellos se verían al fin de la jornada.
La reunión le pareció sumamente tediosa, larga, aburrida, y estaba tan nervioso que poco antes de que terminara no pudo controlar su ansiedad y saludando a los conocidos mas cercanos se levantó, fue al vestidor y salió de la sala sin ponerse el sobretodo. Caminaba apurado, tenía miedo de no verla. ¿Estaría alli todavía?. ¿Lo habría olvidado?.
Pocos minutos después desapareció la angustia, porque alli estaba, en el mismo sitio, igualmente hermosa, esperándolo. Su incambiada sonrisa le aseguraba que sentía tanta emoción como él al verlo. Si había tenido dudas, ahora desaparecían. Estaba claro que la atracción era mutua.
Volvió a entrar, pero ahora fue directamente a ella, sin importar lo que pudieran pensar los vendedores y mucho menos el Jefe, que ya le había caido antipático. Ella se mantenía tensa, los brazos separados, estirados apoyandose en el mostrador de ventas, mirandolo fijamente. Él sentía que le suplicaba la sacara de esa especie de celda lujosa que no les permitía la intimidad necesaria para amarse.
No pudo esperar más y le acarició lentamente la cara ante todos los presentes, que lo miraban curiosos y - él lo sabía bien - con envidia. Ella no hizo ningún gesto de rechazo. Su suave piel le produjo una sensación indescriptible, quedando aún mas apasionado. Detuvo la caricia al llegar a los labios, que ella mantenía semiabiertos en una actitud tan sensual, que le resultaba casi imposible contener su excitación.
Si no lograba controlarse, terminaría haciendo un papelón frente a todos, porque a esta altura ya nada le importaba. Decidió no esperar el cierre de la tienda, se irían ahora, porque él lo decidía. Y lo dijo en voz alta: "¡Ella se va conmigo ahora mismo, que nadie se oponga!". Todos quedaron observandolo callados, ninguno intervino. Alli no pudo contenerse y la abrazó apasionadamente, y luego, tambien en voz alta, dijo a los que quisieran oirlo que no podía esperar a estar solos, a tenerla entre sus brazos, a amarla... ¡se iban en este mismo momento!, y comenzó a caminar hacia la salida llevándola del brazo.
Antes de salir del local el Jefe se acercó y le susurró algo al oído.
Tuvo un principio de rechazo, creyendo que le venía a reclamar por su comportamiento, pero no, todo lo contrario, el hombre se portó de excelente manera, le hizo saber que lo comprendía perféctamente. Es mas, le dio una idéa geniál a la que él asintió inmediatamente, no porque le importara que los vieran irse juntos - no tenía que guardarle secretos a nadie - sino porque era realmente una buena idea, y sería mucho mas cómodo para ellos salir del shopping sin despertar suspicacias.
Luego, apenas llegara a su casa, ya solo con su amada, la inflaba nuevamente.
----------------------------------------------- Costa de oro, junio 2004
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