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EL CHAZO MONTESINOS

En una mula vieja, viejísima, flaca, matosa y descuajeringada había llegado a Loja el Chazo Montesinos, trayendo a cuestas sus cuatro tereques y su amada guitarra con la que había cantado a todas las donosas de su tierra.
Sus taiticos queridos no habían podido atrancar a este chazo andariego que desde guagua, y aún antes que su mamá lo destete, ya quería ir a conocer otras tierras.
-Ve hijo, espérate para que crezcas y te desarrolles un poco, cuando ya te pongas maltón, te dejaremos ir… le decía su viejo padre, con paciencia de patriarca.
Poco tiempo después y como maldición al Chazo se le vino todo de golpe: le pegó la tosferina y después las viruelas y, el sarampión dándole una estirada de esas que parecía palo encebado, al mismo tiempo empezaron a hacer mella en su cuerpo enclenque el alboroto de las hormonas, cambió la voz, a la del gallo ronco, y allí mismo empezó la tenaz entrada a la edad del burro…
Apenas se paró del sarampión y temblequeándole todavía las largas canillas, recién estrenadas, puso los aperos a la mula, le cargó la alforja con unas dos mudadas y su guitarra.
-La bendición papacitos dijo poniendo la rodilla en el suelo, y se alejó tocando una tonada…
Y es aquí en Loja donde empieza la historia de este chazo trovador, que de farra en farra, de serenata en serenata, se puso de moda.
Pero él, un hombre apasionado e inconforme quería cantar y tocar la guitarra de tal manera que sus valses emocionen y duren por siempre para siempre.
Una noche de juerga con amigos se enteró de lo que había que hacer para pactar con el diablo pidiéndole sus favores y ¡claro! El Chazo tenía en mente algo más que un deseo, era lo que en el castizo hablar lojano decimos que “donde metió la cabeza no la saca”. Enterado minuciosamente lo que debía hacer y resuelto tomó camino hacia El Churo en la parte oriental de la ciudad, se sentó a esperar en la parte más alta a que se haga la noche y ya bien tarde, como a eso de las doce se levanto guitarra en mano poniéndola lo más alto sobre la cabeza, y dijo
-Príncipe de la Tinieblas, quiero hacer un pacto contigo. Y haciendo una profunda reverencia se agacho y depositó la guitarra en el suelo.
Cuál seria su sorpresa que al recoger la guitarra, sus dedos se movían por el mástil como que volaban El Chazo Montesinos se convirtió entonces en el mejor y más querido cantante y guitarrista, admirado por todos por su incomparable talento musical.
Aunque no existen indicios de la vinculación del Chazo Montesinos con lo oculto y prohibido, todos sabemos que cuando se sube a un escenario El Chazo y su guitarra brillan cautivando al público. Con su voz apasionada, a veces fuerte a veces leve, como que moría y volvía a nacer en cadentes notas y arpegios y la guitarra sonaba tocada por ese músico creativo y genial.
Dormido, despierto, sonámbulo, de día o de noche, chispo sobrio o chumo,el Chazo empezó a llevar su música de un lado a otro
–Clolitos hay que cantar, hay que tocar la guitarra, o si no para que Dios te ha dado esa voz y esa habilidad en tus manos
A medida que le llegaban los aplausos, el Chazo divertido de otros tiempos se fue haciendo viejo y esquivo, como si huyera de alguien o de algo. Cuando no bebía una sola copa se arrinconaba en cualquier sitio alejado de todos, abrazado de su guitarra. Como que esperaba que tarde o temprano el Diablo del pacto tuviera que venir a hacer cumplir su parte, y cuando pensó que había llegado el momento el Chazo como buen trovador empezó a cantar esta tonada de pasillo tocando su guitarra, en clara alusión a un hasta luego o un adiós
Besos, besos de despedida
Dolor el más amargo, dolor de una partida
Se besa y se despide, diciendo un asta luego
Y si no se retorna, se convierten en un hasta mañana
Y si nunca se vuelve, se convierten en un adiós….
En Loja todo el mundo sabe que hasta los diablos de estos lugares, a pesar de ser muy diablos y endiablados, cuando tienen que ser caballeros lo son, y saben cumplir sus tratos. Y precisamente el diablo de nuestra historia lo era. Había demorado tanto, porque no se resolvía a declarar que jamás el Chazo Montesinos hizo con él un pacto.
¡Que diablo ni que vainas!, la verdad era, de que esa noche, el chazo había subido al Churo envalentonado, jalado los tragos y botella de Cantacho en mano y él solito hizo su pacto con los vientos del Villonaco que desde el frente lo vigilaba en silencio. Sus virtuosas manos, no necesitan de pactos con Satanás, porque desde siempre el Chazo es y será el Chazo y para siempre le sacaban los mejores arpegios a su amada guitarra.

Zoila Isabel Loyola Román
ziloyola@utpl.edu.ec

Loja Ecuador 5 de octubre de 2013

Texto agregado el 06-11-2013, y leído por 314 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
03-08-2015 Lindo cuento y demostración pública de admiración y respeto hacia un personaje tan querido de los lojanos. nayo56
03-08-2015 Lindo cuento demostración pública de admiración y respeto hacia una personaje tan querido de los lojanos. nayo56
14-02-2014 En tus letras me llego una música y un andar de peregrino entregado la guitarra tu narración me recordó un hermoso tema de contrapunto que cantas los uruguayos (Los Olimareños , y se llama (Florentino y el diablo) me pareció bello casi de un poder descriptivo que entusiasma leerlo -gracias por tu regalo (Pregunta- ¿eres de Venezuela, tu narrativa tiene viento de sabanas) rolandofa
08-01-2014 Los mitos son el aderezo de vidas como esta...forma parte del hermosear la existencia...Y en esta historia el mito es tan real que se convierte en postre... felipeargenti
09-11-2013 Hermoso relato y un final que enaltese al personaje. jaeltete
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