Me veo sentado esperando quizás qué cosa.
Es tarde, lo tengo más que presente, pero el sueño no cae.
Tampoco quiero dormir. Desconfío de mi mente y mi cabeza en el lugar de mi descanso porque sé que me traicionarán al cerrar los ojos. Una traición que hasta hace poco era una nostalgia perdida en el abismo del tiempo. Abismo que no se ha cerrado y ha crecido por más que he intentado controlarlo.
He echado de todo dentro, libros, viajes, palabras, mujeres de otros mundos, cuadernos, fotografías... recuerdos. Caras. Risas y más recuerdos. Cartas completas, escritas a esa persona que dejé que entrara en mí como ninguna otra persona lo había hecho. ¿Habré sido débil? ¿Habré negado el bloqueo del sentimiento y dejar que llenara mi cuerpo?
Se sigue haciendo tarde y lo único que encuentro vital hacer, es plasmar mis acciones y volátiles palabras para relajar mi inconsciente. Irme con una sensación agradable y sonreírme al espejo que genera la pantalla en sus lados oscuros mientras escribo.
Me encantaría poder conocerte mejor. Me encantaría que pudieses confiar en mí. Quizás debí ser más claro en otro momento.
Y siendo sincero, de lo único que me arrepiento es de haberme alejado tantas veces y haber aprovechado ese tiempo contigo, independiente del resultado, me detesto un poco por eso la verdad.
Solamente espero, como lo dije por ahí alguna vez, que en un futuro próximo o en algún pasado permanente, estés agradecida de lo que has pasado, de lo que tienes y de lo que has ganado siendo tú misma, así tal cual como te conozco, o creo conocerte y que te sientas mejor contigo misma, porque al menos para mí, haya pasado lo que haya pasado, eres demasiado importante y lo sabes.
Me rasco la cabeza nervioso de lo que pueda ocurrir a futuro.
Me humedezco los labios tratando de sacarme el nudo.
Miro mis dedos tecleando y lo único que logro hilar son reflejos de palabras mil veces escritas en mi cabeza y que después de muchos años, aún no están listas para salir como deben, pero sí para llenar un pequeño espacio para liberarse. |