GRACIAS RELUSOL
No voy a presumir de haber sido un niño superdotado, bueno en algunos aspectos sí, pero en cuanto a mi inteligencia, que es a lo que voy a referirme, no... Era digamos un chico normal, tal vez un poco pirucho, pero tampoco voy a alardear de ello, porque muchos piensan que la locura es un atributo del genio, la famosa frase “ De poetas y locos, todos tenemos un poco” y la locura del genio que le han atribuido a famosos bipolares, apuntan a eso, pero ya aclaré que no iba usar ese axioma para avalar mi posible sobresaliente nivel mental. Por otro lado, hay quienes opinan que los niños prodigios, suelen ser adultos boludos e inversamente. Yo estaría dentro de la segunda caracterización A propósito, mi afición por la escritura comenzó a partir de los diez años, envié algunos de mis textos a un revista, y me contestaron que me dedicara a otra cosa, y ustedes son testigos del nivel al que llegué. Lo mismo ocurrió con mi compañero de banco, el rusito Alfred, con el que repetimos varias veces primer grado y con el tiempo se convirtió en el más importante físico de la era moderna. Y fue justamente con él, que compartí el descubrimiento del que quiero hablarles.
Recuerdo que fue en segundo grado, yo tenía alrededor de diez años, meses más meses menos, y recuerdo que mi vieja me manda al almacén del turco Mazalán, (que tenía catorce hijos, uno por medio les salió loco, pero genio ninguno, otro recuerdo que me permite desmitificar ciertas creencias populares) , a comprar Relusol, que era un polvo limpiador de vajillas, que en vez de tener un super héroe con un tremendo bulto, tenía en su etiqueta una negra sosteniendo una sartén, que reflejaba un envase de Relusol, que tenía una etiqueta con una negra que sostenia una sartén… y asi repetitivamente Por eso cuando el maestro nos explicaba la noción de infinito. Yo le dije a Alfred: .- Es como el Relusol !… .- Qué es Relusol?... Preguntó el Rusito, porque en su casa lavaban las ollas con jabón y arena. Le expliqué, pero él se hacía el boludo para robarme el descubrimiento. Fuimos a casa y le mostré gráficamente la proyección infinita. Yo creo que eso despertó en él la vocación por la física, y a mi me dió fama de genio.
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