Estábamos demasiado apretadas en la habitación. Pudimos intuir que alguien sobraba y acordamos enumerarnos: –1, -2… -15… se oían las voces en la sala, presurosas por nombrarse. -38… -100… -140. Llegó mi turno, y ante la mirada atónita de todas grité con voz trémula:-¡141! Eramos ciento cuarenta y uno encerradas en ese minúsculo cuarto blanco. Alguien sobraba y todas temíamos ser la elegida.

Vimos entonces acercarse al inmenso pájaro azul, su graznido tenebroso retumbaba metiéndose en nuestros huesos. No hubo tiempo ni espacio para escapar, las garras apretando mi cuello me anunciaron el final.

Eran 140. El tuit estaba completo.