Te escribo teniendo en mi boca un gusto azucarado y un aliento que me permitio entender lo intrincado del mal y lo facil y transparente de la justicia. Tus ultimas correspondencias no habia podido contestarlas porque las cartas que te escribi no pudieron llegar a su destino. Desde que abandonaste Kandahar, mi corazon permanecio en vilo, debido a esto estuve enferma y baje algo de peso. Pero tu padre viajo desde Espana, para darme aliento y buenos consejos que me llenaron de esperanzas. Le dio luz y color a los dias de mi vida.
Octubre, fue el mes que tu padre estuvo en Londres, comparti con el y con tu querida madre. Celebramos el final de mis estudios economicos. Y hablamos de ti.
Conversamos sobre tus ultimas entregas a los periodicos y la hostil censura a que son sometidas tus articulos sobre la guerra. La falta de justicia en los paises donde el hambre es devorada por un enjambres de moscas en la misma boca de los ninos y los fusiles tienen trofeos en las puntas de las bayonetas... me espanta saber como este espiritu indomable de la muerte cabalga por el mundo, como un jinete desenfrenado. Pero amo la esperanza, como te amo a ti.
Anoche que hable con tu padre, escribia una cartita contandote sobre mis ultimos meses en Londres. Dejo Londres y regreso a mi Chile querido, la tierra cuya raiz da excelentes frutos. Tu padre me aconsejo que aguarde por ti para que juntos viajemos a mi Chile querido, y que me despreocupara por tu oficio, pues a los ninos les pasa lo mismo que a los hombres que practican la justicia. La muerte esta en manos de los malos y a ambos los hace perecer. A unos los mata para que no crezcan y se multipliquen como testigos de los horrores y a otros los mata para que no cuenten como fue que a los primeros los mataron. Este es el mundo en el que nos toco vivir. El mundo donde los dos nos amamos. El mundo que en su ligereza apenas nos permite tocarnos los labios... Por esto, por la brevedad de la vida y el espacio sin libertad que tenemos, nuestro amor es tan profundo que nadie puede sacarlo de nuestros corazones.
Tu padre te ama mucho. Te ama doblemente porque tu vida pertenece a la verdad y a esto, los malos le temen. En su sabio consejo, me dijo que los buenos mueren primero; son los que aman la justicia. Los demas, los malos, viven mas tiempo porque la vida quiere darles una oportunidad para que practiquen la justicia. Es duro este consejo pero sabio y humano.
Recibe el beso y el amor que crece sabiendo que no somos humo en la nariz de Dios.