LA MUCHACHA DEL DAUPHINE Y EL RELOJ QUE CORRE EN SU CONTRA:
Al principio la muchacha del Dauphine había insistido en llevar la cuenta del tiempo, aunque al ingeniero del Peugeot 404 le daba ya lo mismo. Cualquiera podía mirar su reloj pero era como si ese tiempo atado a la muñeca derecha o el bip bip de la radio midieran otra cosa, fuera el tiempo de los que no han hecho la estupidez de querer regresar a París por la autopista del sur un domingo de tarde y, apenas salidos de Fontainbleau, han tenido que ponerse al paso, detenerse, seis filas a cada lado (ya se sabe que los domingos la autopista está íntegramente reservada a los que regresan a la capital), poner en marcha el motor, avanzar tres metros, detenerse, charlar con las dos monjas del 2HP a
la derecha, con la muchacha del Dauphine a la izquierda, mirar por retrovisor al hombre pálido que conduce un Caravelle, envidiar irónicamente la felicidad avícola del matrimonio del Peugeot 203 (detrás del Dauphine de la muchacha) que juega con su niñita y hace bromas y come queso, o sufrir de a ratos los desbordes exasperados de los dos jovencitos del Simca que precede al Peugeot 404, y hasta bajarse en los altos y explorar sin alejarse mucho (porque nunca se sabe en qué momento los autos de más adelante reanudarán la marcha y habrá que correr para que los de atrás no inicien la guerra de las bocinas y los insultos), y así llegar a la altura de un Taunus delante del Dauphine de la muchacha que mira a cada momento la hora, y cambiar unas frases descorazonadas o burlonas con los hombres que viajan con el niño rubio cuya inmensa diversión en esas precisas circunstancias consiste en hacer correr libremente su autito de juguete sobre los asientos y el reborde posterior del Taunus, o atreverse y avanzar todavía un poco más, puesto que no parece que los autos de adelante vayan a reanudar la marcha, y contemplar con alguna lástima al matrimonio de ancianos en el ID Citroën que parece una gigantesca bañadera violeta donde sobrenadan los dos viejitos, él descansando los antebrazos en el volante con un aire de paciente fatiga, ella mordisqueando una manzana con más aplicación que ganas.
(Texto en cursiva:párrafo inicial del cuento La Autopista de Sur, de Julio Cortazar de Todos los fuegos el fuego(1966))
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Relaciónese la mitología griega por ejemplo-o la de cualquier otro punto temporal-antropológico humano-con el plano existencial esbozado arriba en toda su circular y en buena medida estéril planicidad-o con la misma ken de progresión cronológica tecno-anal bajo la que Vd se cobija como si de una inmensa carpa incorpórea y semiológica se tratara;
Relaciónese asimismo este mismo concepto con la casi totalidad de la obra en conjunto de Cortázar como pensador, esto es con Rayuela, cualquiera de sus cuentos-pero en particular con El Perseguidor, por ejemplo.
Y contéstese, por último la siguiente pregunta: de qué exactamente huimos constantemente y de manera rauda, sin cesar?
Pista: la respuesta empieza a vislumbrarse al final del párrafo aquí citado-que tiene más que ver con la aplicación que con las ganas.
De ahí tu nihilismo esencial que es el motor-el verdadero alfa y omega-respecto al modus vivendi histórico-antropológico nuestro.
Pero siempre tendremos Paris-¿no?
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SK
[ http://elpais.com/elpais/2013/09/16/opinion/1379333398_493228.html ]
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