Cuenta la leyenda que la top model Valeria Mazza iba viajando en un auto en una ruta en algún lugar cercano a Punta del Este, en la República Oriental del Uruguay. Además de la consagrada modelo, en el auto iban por supuesto el chofer y un guardaespaldas. De repente, tras doblar en una curva, el auto debió detenerse en forma brusca ante la presencia de un tronco que interrumpía el camino. Como salidos de la nada, dos encapuchados interceptaron al vehículo, que debió frenar y detenerse.
- Buscamos a la señora Valeria Mazza – dijo uno de los encapuchados.
- Soy yo – dijo aterrorizada la modelo.
- Nos va a tener que acompañar, señora – contestó el encapuchado, al mismo tiempo que los dos empuñaban dos grandes rifles hacia la modelo.
- ¡Socorro! ¡Quieren asesinarme! ¡Ayúdenme! – comenzó a gritar desesperada la modelo - ¡Soy una pobre mujer indefensa!
Mientras esto ocurría, el chofer y el custodio de Valeria Mazza se encontraban paralizados ante el miedo y al verse superados por la situación. Parecían no tener reacción. Uno de los encapuchados apunto el rifle hacia ellos y disparó. Pero no salieron balas del mismo, sino dardos con somníferos que provocaron que tanto el custodio como el chofer se quedaran dormidos de inmediato. Un encapuchado le dijo entonces a Valeria Mazza:
- No están muertos. Dormirán por un par de horas hasta que te llevemos a vos a un lugar muy lejos de aca.
El otro encapuchado se acercó hacia donde estaba Valeria Mazza y disparó. La modelo se desplomó al suelo totalmente dormida. Los encapuchados entonces metieron a la mujer dentro del auto, atada de pies y manos. Rapidamente abandonaron el lugar en forma tan misteriosa como habían llegado.
Algunas horas después, Valeria Mazza se despertó y para su sorpresa, estaba sobre una mesa, con una mordaza que le cubría la boca, esposada y con un grillete que le impedía moverse. La modelo se llenó de horror y espanto. El cuarto donde se encontraba era un lugar oscuro y húmedo con paredes manchadas de sangre. Valeria empezó a oler un fuerte e intenso olor a Queso. En ese momento empezó a mirar y descubrió que dentro de la habitación había ocho mesas y cada una tenía un Queso. Se trataba de un Queso Gruyere, un Queso Parmesano, un Queso Maasdam, un Queso Edam, un Queso Pategras, un Queso Gouda, un Queso Emmenthal y un Queso Reggianito.
Valeria Mazza estaba presa del pánico cuando, de repente, ingresaron a la habitación ocho hombres. Todos eran muy altos, ninguno medía menos de dos metros. Tenían enormes pies, ninguno calzaba menos de cincuenta. De los ocho, tres eran negros y cinco blancos. A juzgar no solo por el aspecto físico, sino también por la vestimenta y las zapatillas se trataba de seis basquetbolistas.
Los ocho basquetbolistas se pararon frente a la modelo. Detrás de ellos, apareció otro hombre bastante alto, pero que parecía empequeñecerse ante los gigantes que lo rodeaban. Estaba totalmente vestido de negro con un pasamontañas que le cubría el rostro. Se presentó asi mismo como “el verdugo”. Se paró delante de los basquetbolistas, frente a la modelo y comenzó a hablarle a Valeria Mazza.
- Buenas noches señora Valeria Mazza – dijo el verdugo – le vengo a comunicar que será ajusticiada, ejecutada o asesinada, puede utilizar el término que usted prefiera. Da lo mismo. Traicionó a nuestra organización y lo va a pagar. Nadie que traiciona a nuestra organización sobrevive a tamaña afrenta, deslealtad y desobediencia. Por eso, señora Valeria Mazza, recibirá su castigo. Uno de estos hombres – todos basquetbolistas – se encargará de su ejecución. Ellos son Quesones. Asesinan mujeres y le tiran un Queso. Por eso estan esos Quesos en esa mesa. Uno de esos Quesos será arrojado sobre su cadáver. En tiempos antiguos, eran tradición que los pueblos barbaros ejecutaran a las mujeres culpables de algún delito tirandoles un Queso. Hoy haremos honor a esa antigua usanza. Sin embargo, señora Valeria Mazza, usted gozará del mismo derecho que las condenadas tenían en aquellos días. Podrá elegir a su asesino. Aquí hay ocho hombres, todos basquetbolistas, todos miden dos metros y calzan más de cincuenta. Cada uno se presentará a continuación y explicará como la asesinará. Usted elegirá a su asesino. Por favor, estimados Quesones, digan sus nombres.
Finalizadas estas palabras, cada uno de los basquetbolistas comenzaron a presentarse ante Valeria Mazza.
- Charles Barkley – dijo uno de los basquetbolistas negros, el más bajo de los tres, pues solo medía 1,98 metros.
- Karl Malone – dijo otro de los basquetbolistas negros, de 2,06 metros de altura y calza un tamaño 18 (53 en la medida europea)
- Charlie Villanueva – completó el tercero de los basquetbolistas negros, quien carecía de pelo, medía 2,11 metros de altura y calzaba mucho más de un cincuenta.
- Carlos Suarez – dijo uno de los basquetbolistas blancos, con inocultable acento español. Al parecer este basquetbolista era español, jugaba en el Real Madrid, y medía más de dos metros y calzaba un cincuenta.
- Carlos Jimenez Sanchez, otro basquetbolista, también con acento español.
- Carlos Delfino – señaló otro de los basquetbolistas blancos, de rostro y aspecto muy agradable e irresistible para cualquier chica. Su acento demostró un origen argentino. Medía dos metros y calzaba cincuenta.
- Carlos Matías Sandes – completó otro, de gran contextura física, altura, acento argentino y un enorme calzado.
- Carlos Arroyo - completó el octavo, con acento puertorriqueño.
Mientras escuchaba a los ocho basquetbolistas pronunciar sus nombres, Valeria Mazza continuaba inmersa en el pánico y el terror. Al finalizar las presentaciones de los asesinos, el verdugo saco la mordaza que cubría la boca de Valeria Mazza, a fin de hacerla hablar.
- Muy bien, señora Valeria Mazza , ¿Todavía no decidió cual de estos ocho basquetbolistas será su asesino? Entonces pasamos a la segunda fase. Deberá usted olerle los pies, chuparselos, lamerlos y besarlos a cada uno de ellos.
Así fue como los ocho basquetbolistas se sacaron las zapatillas que tenían y quedaron con los pies descalzos. Todos tenían un olor a Queso muy fuerte en cada uno de sus pies. Era un olor intenso, sofocante, que daba vuelta a cualquiera. Entre sollozos, lágrimas, quejas y lamentos, con las manos esposadas y las piernas engrilladas, a Valeria Mazza no le quedó otra opción que besarle, lamerle, olerle y chuparle los pies a los seis basquetbolistas. Empezó Charles Barkley, siguió Charlie Villanueva, el tercero fue Carlos Matías Sandes, continuó Carlos Delfino, después fue el turno de Carlos Suarez, siguieron Carlos Arroyo y Carlos Jimenez Sanchez y finalmente cerró Karl Malone. Se trató de un espectáculo dantesco. Imaginen a una pobre mujer arrodillada, sin poder movilizarse, oliéndole o chupandole los gigantescos pies de un basquetbolista que medía más de dos metros parado frente a ella. Cada uno de los basquetbolistas tenía un olor a Queso diferente. Los pies de Carlos Delfino, por ejemplo, olían a Queso Gruyere. Los de Carlos Matías Sandes, a un Queso Pategras. Los de Carlos Suarez, a un Queso Gouda, Carlos Jimenez Sanchez, a Queso Maasdam y Carlos Arroyo, a Queso Edam. Los de Charlie Villanueva, a un Queso Queso Emmenthal. Los de Karl Malone, a un Queso Reggianito y los de Charles Barkley, a un Queso Parmesano.
Finalizada esta fase, el verdugo preguntó a la mujer:
- Señora Valeria Mazza, ¿Decidió ya quien será su asesino? Según una antigua tradición, de los seis, el que tenga el olor a Queso que a usted más le agradó debe ser el asesino.
La mujer no contestó. El verdugo dijo entonces:
- No responde nada. Entonces aún no se decidió. No hay inconvenientes. Que cada uno de los asesinos diga como la asesinará y así usted decidirá quien será su asesino.
De los tres basquetbolistas negros, Karl Malone y Charles Barkley no sabían una palabra en español. Por eso realizaron sus descripciones en inglés.
- I will kill her with a machine gun S-UZI with silenciator – dijo Karl Malone.
- La asesinaré con una ametralladora S-UZI con silenciador – tradujo el verdugo.
- I didn’t to stab her, I strangle her slowly with a long rope and let his body hanging from somewhere – dijo Charles Barkley.
- No la apuñalaré, la estrangularé lentamente con una larga soga y dejaré su cuerpo colgando en algún lado – tradujo el verdugo.
- Yo la decapitaré con una espada samurai, aquí la tengo, se las muestro – dijo Carlos Delfino.
- Yo también propongo decapitarla, pero con un hacha – dijo Carlos Suarez, el español.
- Cortarle la cabeza es la mejor forma de asesinar a este mujer – dijo en un imperfecto castellano Charlie Villanueva – pero yo la mataré con un machete como los que usaba Jasón en “Friday the 13th”.
- Voy a ser practico, la voy a matar con una ametralladora como la que usaba Schwarzenegger en Terminator - dijo Carlos Arroyo.
- Me gustaría asesinarla con un arpón de pesca - señaló Carlos Jimenez Sanchez.
- La verdad que me dejaron sin ideas – dijo Carlos Matías Sandes – yo también quería decapitarla, bueno entonces propongo apuñarla con un enorme cuchillo, el más grande que consiga, esos cuchillos que usan los carniceros, primero le daré una puñalada en el cuello, luego otra en el pecho, una tercera en el estomago y finalmente, una cuarta en el abdomen.
- Bueno, querida Valeria, has escuchado las propuestas de los asesinos, queda a tu criterio elegir cual de ellos será quien te ejecuté. Debes decidirlo en los próximos sesenta segundos. Recuerda: Carlos Delfino dice que te va a decapitar con una espada samurai, Carlos Suarez con un hacha, Charlie Villanueva con un machete, Carlos Matías Sandes te apuñalará con un cuchillo de cocina, Charles Barkley prefiere estrangularte y Karl Malone y Carlos Arroyo, acribillarte con una ametralladora. Carlos Jimenez Sanchez dice que va a usar una ametralladora. La elección es tuya.
Un silencio atroz cubrió la habitación. La mujer nunca contestó. Seguía mirando al piso tratando de no contemplar el rostro de los asesinos. El verdugo, dijo entonces:
- No tenemos respuesta de la señora Valeria Mazza. Entonces debemos sortear al asesino. Qué cada uno agarré el arma que piensa utilizar pues realizado el sorteo, deberá cometer el asesinato.
Entonces Charles Barkley tomó la soga con que pensaba asesinar a Valeria Mazza, Karl Malone la ametralladora, Carlos Delfino la espada samurai, Carlos Suarez el hacha, Carlos Jimenez Sanchez el arpón de pesca, Carlos Arroyo la ametralladora, Charlie Villanueva el machete y Carlos Matías Sandes, el cuchillo de carnicero. Todos sostenían las armas con guantes negros, pues un buen asesino siempre usa guantes negros. Solo los asesinos inexpertos no usan guantes negros. Cada uno de los asesinos se paró detrás de las mesas que tenían los Quesos. Carlos Delfino detrás de donde estaba el Queso Gruyere, Charlie Villanueva del Queso Parmesano, Carlos Suarez del Queso Pategras, Carlos Jimenez Sanchez del Queso Maasdam, Carlos Arroyo del Queso Edam, Carlos Matías Sandes del Queso Emmenthal, Karl Malone del Queso Gouda y Charles Barkley del Queso Reggianito. El verdugo metió en una urna los nombres de cada uno de los asesinos. Se disponía a realizar el sorteo que decidiría quien sería el asesino de Valeria Mazza.
La mujer comenzó entonces a gritar en forma desesperada y a moverse de un lado para otro.
- ¿Qué ocurre señora? – era la voz de un hombre que le preguntó eso a Valeria Mazza.
La modelo miró a su alrededor y vio frente a ella a su fiel custodio. Ahí se dio cuenta de todo. Había sido todo un sueño espantoso. Una pesadilla. Valeria estaba muy agitada. Nunca se había movido de su auto. Estaba dentro de él, en un camino de Punta del Este. No faltaba mucho para que llegaran al Hotel Conrad. Visiblemente nerviosa, Valeria Mazza dijo:
- Tuve una horrible pesadilla. Soñé que me secuestraban y que seis basquetbolistas intentaban asesinarme. Era algo espantoso. Me decían que me iban a ajusticiarme por haber cometido un delito muy grave. Pero no me aclararon cual.
- Fue solo una pesadilla, señora Valeria, no le de importancia – dijo el custodio – Evidentemente debe estar sugestionada pues en el evento en el Hotel Conrad participan ocho basquetbolistas.
- ¿En serio? – dijo Valeria Mazza.
- Sí – el custodio terminaba de decir eso, cuando el auto llegó al Hotel Conrad.
La modelo se bajó del automovil. Estaba muy bien vestida. Comenzó a saludar a las personas que la estaban esperando. Comenzó a relajarse y a tranquilizarse. Uno de los presentadores del evento le dijo:
- Señora Valeria Mazza, estamos orgullosos de que sea usted quien prestigie nuestro evento. Hay también seis basquetbolistas que estan presentes. Es una obra de beneficencia muy importante para toda América Latina que cuenta con el apoyo de las grandes ligas de básquet de Estados Unidos, Argentina y España. Por esas casualidades, todos estos basquetbolistas se llaman Carlos, ¿Puede usted creerlo?
A la modelo no le hizo ninguna gracia ese comentario. Le hizo recordar a la horrible pesadilla que había tenido. Muy nerviosa y casi asustada, la modelo entonces se acercó a los ocho gigantes que la estaban esperando. Medían todos más de dos metros y tenían pies realmente enormes y gigantescos. Cada uno de ellos se presentó ante la modelo y la saludó en forma muy afectuosa.
- Charlie Villanueva.
- Charles Barkley.
- Carlos Delfino.
- Karl Malone.
- Carlos Suarez.
- Carlos Matías Sandes.
- Charles Barkley.
- Carlos Arroyo.
- Carlos Jimenez Sanchez.
Valeria Mazza disimuló los nervios y la tensión que tenía mientras saludaba a los basquetbolistas que estaban todos vestidos con su indumentaria deportiva.
- ¿Sabe una cosa señora? – le dijo el presentador del evento a la modelo – hoy también es la “Fiesta Anual de los Productores de Queso de la América del Sur”. Hemos decidido unir los dos eventos. Por eso estos basquetbolistas van a promocionar cada uno un Queso. ¿Ve?
En efecto, Valeria Mazza observó como cada uno de los basquetbolistas se paró detrás de las mesas que tenían los Quesos. Carlos Delfino detrás de donde estaba el Queso Gruyere, Charlie Villanueva del Queso Parmesano, Carlos Suarez del Queso Pategras, Carlos Matías Sandes del Queso Emmenthal, Carlos Jimenez Sanchez del Queso Maasdam, Carlos Arroyo del Queso Edam, Karl Malone del Queso Gouda y Charles Barkley del Queso Reggianito. La modelo estaba aterrorizada. El sueño que había tenido parecía ser una horrible premonición.
Pero, ¿Alguno de esos basquetbolistas la asesinaría acaso? No, eso no podría ocurrir. Se trataba de solo un mal sueño. La modelo volvió a relajarse y a sonreír, y se acercó a una de las mesas. Donde estaba Carlos Delfino, con el Queso Gruyere. El basquetbolista tomó el cuchillo y señalando a Valeria, en forma amenazante, le dijo:
- Valeria, el Queso o la Vida.
La modelo comenzó a gritar debió venir el personal de seguridad del Hotel. Valeria empezó a decir:
- ¡Quiere asesinarme! ¡Carlos Delfino quiere asesinarme!
- No paso nada – aclaró Carlos Delfino – solo le hice una broma. Le dije “el Queso o la Vida”. Fue una broma. No pense que iba a tomárselo de esta manera.
- No se preocupe, señor Delfino – dijo el custodio – la señora esta muy nerviosa. La llevaremos a una habitación.
El personal del Hotel llevó a Valeria Mazza a una de las habitaciones. La tranquilizaron con un té. La modelo se tranquilizó pero decidió no volver al evento. Permaneció en la habitación. Se encontraba sola. De golpe vio como una carta se deslizó debajo de la puerta. La modelo se incorporó y se tomó la carta. La modelo la abrió. La carta decía:
- Esta noche serás asesinada. Morirás y te tiraré un Queso.
Y la nota estaba firmada por “el Basquetbolista asesino”.
¿Cuál de ellos sería el asesino? ¿Vendría esa noche Carlos Delfino y la decapitaría con una espada samurai? ¿O sería Carlos Suarez quien la decapitaría con un hacha? ¿Acaso, Charlie Villanueva con un machete? ¿Karl Malone con la ametralladora S-UZI con silenciador? ¿Carlos Arroyo con la ametralladora Winchester? ¿Carlos Jimenez Sanchez con el arpón de pesca? ¿Charles Barkley la estrangularía con una soga? ¿Carlos Matías Sandes la apuñalaría con un cuchillo de carnicero? ¿O se trataba todo de una broma macabra? |