Esperé trescientos sesenta y cinco años para ponerme el rojo vestido con todos sus accesorios, para lograr lucir hermosa y seductora.

Al abrir la tapa de mi ataúd, sonaron con maullidos sus goznes.

Me cubrí del sol. Recordaba los consejos de la abuela.

Al mirarme al espejo no me vi reflejada.

Subida sobre mis altos tacones, salí a la oscura noche.

Inhalaba un perfume que atraía y pronto mis presas me rodeaban.

A todos les sonreía.

Ignoraba cuando volvería a tener otra oportunidad y debía alimentarme.

Al doblar la esquina, me encontré con un edificio con un gran cartel que se leía: BANCO DE SANGRE

Solo leí sangre y me desprendí de la jauría.

Entré y vi en hilera el rojo y apetitoso líquido .

Bebí con sed, hasta que empezaban a anunciarse los tibios rayos del enemigo.

Corrí, llevando repuestos y al acomodarme en mi vieja cama, pensé en los avances de la tecnología.

¡Mirá vos¡ Ahora vienen en sachet¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡--