salí del trabajo y fui directo a una iglesia... mi madre se moría... el solo hecho de asumirlo, hacía de mí un ser lleno de inseguridades y miedos... no había nadie en la iglesia... una que otra anciana sentada por horas de horas, y no sé si rezaban o dormían... quizá las dos al mismo tiempo... caminé por ese pasaje lleno de santos de yeso o mármol... sus ojos llenos de dolor, o de tristeza hacían sentirme peor... de pronto me encontré cara a cara con un cura vestido todo de negro... ¿quieres confesarte hijo?, me dijo... no sabía qué decir... sin embargo, el cura me cogió de las manos y me llevó como una oveja a su casillero de madera encharolada y a punto de apolillarse... me arrodillé y el tipo abrió un lado de su casita... habló y no pude entender nada... me paré muy despacio y me dispuse a salir de aquel loquero... de pronto vi una puerta entreabierta... miré y vi una especie de casa llena de árboles y jardines... las aves revoloteaban por todos lados... y el sol brillaba sin piedad... entré y vi una banca blanca como el mármol... me senté y cerré los ojos como quien quiera arrepentirse de todo... de pronto sentí las manos de alguien... era un hombre vestido de jardinero... ¿porqué estás triste?, preguntó... le conté lo de mi madre, de mi solitaria vida, de mi mala suerte en el mundo, de todo le conté y mientras lo hacía, una paz empezaba a envolverme... el aire empezaba a llenarme los pulmones de un aroma a pureza... estaba en el cielo... ¿quién es usted?, pregunté al hombre gordo... soy dios, respondió... me dio un poco de risa, pero él ni se inmuto... siempre he sido crédulo... un hombre dentro de una iglesia que dice ser dios, ¿porqué no?... le pedí me hiciera el milagro de salvar a mi madre... ella está sana, respondió... le besé las manos y él me dijo que me fuera... salí corriendo y cuando llegué a casa, totalmente sudado, agitado, pude ver a mi madre sentada, mirando la televisión... cómo te sientes, le dije... me dijo que estaba muy bien, y mejor que tu... siguió mirando la TV... fui a su cuarto y estaba todo limpio y ordenado... entré al mío y mi madre me lo había arreglado todo... un milagro, pensé... recordé a dios, al hombre gordo, vestido de jardinero... gracias dios mío, le dije dentro de mí... estuve con mi madre el resto de la tarde y cuando ella quiso descansar, la acompañé a su cuarto y la ayudé a subir a su cama... la vi echarse, cubrirse y luego, cerrar los ojos para poder roncar, como siempre...
salí de la casa y casi fui corriendo a la iglesia a buscar a dios... ya estaba llegando cuando vi que una camioneta blanca estaba parada en la entrada de la iglesia... vi que tres hombres vestidos de blanco sacaban a dios... lo colocaban dentro de la camioneta y se lo llevaban al loquero... miré el auto que se llevaba a dios y apenas di media vuelta, pude ver al cura vestido de negro con el rostro lleno de cólera, mirando el auto con dios dentro de ella... |