No era capaz de dormirse, tenía que madrugar más de lo acostumbrado, debía reunirse con Dario-chusca y panfleto 4 horas más tarde para preparar una exposición de biología, deba vuelta sobre vuelta en su angosta colchoneta, angustiado tal vez porque en la tarde habría pedrea y seguramente quemarían buses de robledo o circular, Eran las 3.30 de la madrugada de una silenciosa noche de fines de mayo, El día había transcurrido más aburrido de lo habitual; 3.5 en un examen de español, había disfrutado viéndole los cucos rojos a Liliana la de octavo D; recordaba que el año anterior se había inventado la excusa perfecta para no presentar un examen trimestral de matemáticas con una pinta en las paredes de la rectoría que decía: “27 de mayo, día del estudiante combativo”. repasaba preocupado las consignas, más por el efecto de la traba que por una angustia real, dos pajazos en una misma noche no habían sido suficientes para lograr dormirlo, sonrió al pensar que tendría que contar pajazos como ovejas si de verdad querría conciliar el sueño esa noche, al cabo de unos minutos, Claudio parecía comenzar a contemplar los placeres del estado delta, tal vez pronto viajaría en astral, conectaría su cordón de plata con la existencia, con el prana universal, pero un crujir de tripas y un vértigo alucinante interrumpió la conexión inalámbrica, se levantó y en su biblioteca personal escondió justo entre el álgebra de baldor y el I-chin la revista “suecas” que ya lucia manchada y era prestada, luego se dirigió al baño para estriparse un barro inmenso que decoraba su sien y tal vez era la razón de su insomnio, bajo por un vaso de leche con bocadillo que su madre habitualmente escondía dentro de un tarro en el última cajón del bife para que ninguno de sus 8 hermanos lo acabaran de una sola sentada, subió de nuevo a la terraza que cruzaba para llegar a su pieza y se quedó mirando la ciudad, que desde lo alto de su barrio lucia pequeña, tranquila y sumisa, totalmente opuesto a lo que era su barrio.
Sentía que habían faltado cosas por hacer el día anterior, saco el azufre y el nitrato de potasio de dos ladrillos ahuecados y fue en busca de algunas monedas y papel aluminio para fabricar más petardos, luego lanzo a la pérfida ciudad la última moneda de 5 pesos que afortunadamente no encontró compañía para la celebración del 27 de mayo, día del estudiante combativo en el instituto, no pasó nada, El pito del celador había dejado de sonar hace más de 2 horas ya, La noche estaba más silenciosa de lo acostumbrado, no era justo, no era justo. Las zzzzzz que salían de las ventanas de sus adorados vecinos, fueron ininterrumpidas por el BUUUUUUUUUUUM más impresionante que jamás haya oído la comunidad en general de su barrio ni tampoco sus artilleros oídos, se daba inicio así a las celebraciones académicas, las responsables: 2 medallas de oro obtenidas en torneos inter-escolares de ajedrez, con carga extra de pólvora negra. Varios segundos más tarde el eco apenas regresaba de la comuna de enfrente, vio como la cuadra se llenó de repente de vida, las cortinas de las ventanas vecinas se movían, luego las luces en los cuartos se encendían, las puertas de los balcones se abrieron al mundo, murmullos, conversaciones entre vecinos, mas luces y las sirenas de la policía finalmente, también su casa se llenó de vida, su madre sus hermanos ahora en la terraza discernían, hablaban, en algún momento hasta se inquietaron con la facilidad de Claudio para conciliar el sueño nuevamente después de tan abrumador evento, mientras este, con una sonrisa reluciente, como nadie en esa cuadra entraba en lo más profundo del estado alfa.