Es una gran idea. Necesitas un equipo antiguo de buceo: de traje hermético y escafandra metálica. Hacer que el individuo descienda a noventa metros de profundidad y cortar el suministro de aire. No se trata simplemente de hacer que el buzo se quede sin oxigeno, lo interesante es que la presión dentro del traje disminuirá dramáticamente y el interior se comprimirá. El único lugar a donde puede ir todo el contenido es el casco. El casco será el receptor de todos los tejidos de la victima, el traje contendrá un esqueleto sellado a presión. Es macabro y genial. Pueden dejar el traje (y su contenido) allí abajo. Quizás hace unos 80 años hubiera sido una muy buena idea. No habría nada de evidencias para reconocer al buzo. Ahora sería más complicado, se podría identificar fácilmente por ADN, registros dentales y una reconstrucción a partir del esqueleto en manos de antropólogos forenses. Eso complicaría las cosas. Pero una historia de terror contextualizada algunas décadas atrás sería muy efectivo. Sólo haría falta tener una cuartada, siempre resulta problemático cuando te topas con la policía que te dice con displicencia: “Hay reportes de testigos en el puerto que afirman haberlo visto en compañía del señor Smith. Llevaba un traje de buzo, con el casco en las manos y usted iba detrás de él apuntándole con un revolver. Subieron a un bote y no se volvió a saber nada de él. ¿Tiene algo que decir al respecto?”.