Disfruto cada amanecer en la playa, cuando el sol incendia el horizonte y una ligera bruma otoñal lo despereza.
La explosión de luz no deja divisar sus contornos; es solo una insaciable esfinge que se baña en el mar.
Una sombra interminable aparece por entre las dunas, algo confusa, que comienza a despertarse a mis espaldas.
La ceremonia enarbola al dios Febo con himnos que interpretan las gaviotas y pinceladas de colores inundan todo el firmamento.
Aflora un camino en el mar que nos conduce hacia él. En la playa, mi inseparable sombra se me acerca para gozar del espectáculo.
OTREBLA
Texto agregado el 24-10-2013, y leído por 324
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