Pandemia
Estuvimos esperándote ¿sabes cuántas horas?, no, obvio que no lo sabes, has estado ahí metido en ese lugar por tanto tiempo, sin importarte nada más que tus absurdos experimentos, la vida se nos pasa, ya no quiero estar a tu sombra, sirviéndote infusiones calientes en las frías noches de invierno, no quiero ser la que bota tus blancas ratas muertas, quiero vivir lejos de aquí, de ti y de tu pulcro laboratorio, ya no quiero lavar tus albas batas ni desinfectar tus tubos y probetas.
Te amé tanto alguna vez, ya no recuerdo cuando, admiraba al científico y al hombre en mi cama, pero nada de eso queda. Te creíste Dios, buscando una cura para esta peste infernal que ha retrocedido sola, por medio del fuego en las piras dantescas, calcinando cuerpos de hombres y bestias.
Jugaste al poderoso inoculando a nuestra niña con tus brebajes y recetas. Maléfico! Eso eres, malvado! Tú la mataste!, no por tratar de curarla con tus malditos intentos, Tú la mataste por no estar a su lado en el último momento, Tu por no abrazarla y darle aliento, por no estar aquí para secar sus lágrimas y humedecer su frente, Tu por seguir jugando con tus sueros asesinos que si alguna vez sanan a otros, más te odiaré ese día.
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