Esa a la que tú le temes tan altiva y tan serena,
hoy te hace honrar la Vida. Los placeres, sin la muerte,
perderían su sentido, sin lograr estremecerte.
No verías la belleza del sol ni la luna llena.

Sin aquel único instante para amar sobre la arena,
con almanaques gastados, y maldiciendo a la suerte;
convertido en marioneta, el débil, y hasta el más fuerte,
perderían esa magia del momento que se estrena.

Saber con total certeza que llegará al fin el día,
en que podrás despedirte de la huella acumulada;
y habrá un último sollozo de alegría o de tristeza,

te hace entender que “por siempre” es una gran ironía,
pues las flores más hermosas, sin la muerte no son nada;
solo porque se marchitan les concedemos belleza.